Kim SeokJin es un joven de veintidós años que sufre esquizofrenia, pero no de las conocidas, más solo ocurre en la noche y puede convertirse en un completo loco si no obtiene lo deseado para calmarlo.
En el camino para descubrir su enfermedad y lo...
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Era extraño que de la mañana a la noche el doctor Kim NamJoon se presentara en su vida y tomara decisiones sobre él, reconocía que tenía razón en que debía aceptar lo que era, pero la manera en que eso iba a suceder lo volvían aún más confuso, aquel hombre era demasiado atractivo, debía admitir que por un lado si le gustaba, pero seguía peleando con su yo interno que cuestionaba a sus deseos retorcidos del placer, tanto el sexual como el que invadían su cuerpo cuando la orden era matar a un asesino.
—¿Por qué sigues en conflicto? Vamos, puedes morder la manzana —susurraba la figura oscura tomando sus hombros con sus alargadas uñas.
—¡Sí! ¡sí! ¡La manzana Jin! —gritaba entusiasta la enana figura.
El las manos del oscuro pusieron frente a Jin un espejo, mostrándole aquella bonita casa de cuando era pequeño, pero en esos recuerdos se reflejaba a un Jin pequeño que siempre tenía sus oídos tapados al escuchar los gritos de su hermana, siempre era lo mismo.
—¿Qué te decía mamá? —preguntó estirando su lengua hacia el joven.
—No llores Jin —musitó recordando.
—¿Qué te imponía papá? —interrogó generando una sonrisa detrás del joven.
—No juegues con esos niños, no irás a la escuela, no entres al cuarto de tu hermana, no irás a ver a tu hermana al psiquiátrico —dijo molesto reprimiendo todas aquellas palabras con sus puños y sabiendo que la última había sido hasta unas horas antes de su muerte.
—Ahora tienes libertad —habló bajando sus manos por los brazos del joven.
Los ojos llenos de lágrimas observaban el espejo, aquel en el que reflejaban a un Jin consiente de las acciones, a un Jin atento a todo y respetando lo que fuera mientras la cordura estuviera con él.
—¿Esto es lo que debo ser? —preguntó odiándose mientras se miraba.
—Este es tu verdadero yo —repitió abrazando con todo su oscuro cuerpo al joven.
Los recuerdos de esa familia eran lejanos, quizás fueron unos pocos momentos en los que pudo verla como una y hubiera deseado que así se quedara para siempre, pero la realidad lo golpeaba y no había nada más difícil que aceptar lo que le tocaba ser, quizás su existencia era necesaria para terminar con las basuras de las calles, esas en las que la policía era inservible, donde la ley no era ley, pero el castigo sería mayor y en el silencio buscaría respuestas, porque estaba dispuesto a aceptarlo.
Mientras esa figura lo envolvía por completo, a su alrededor aparecieron las mariposas negras, más espectros extraños y seres oscuros que festejaban, otros saltaban y le daban una bienvenida extraña, mientras que su brazo se levantaba con lentitud y cerraba su mano en un puño, lentamente levantaba su cabeza y observaba su reflejo que se mantenía intacto.
