Kim SeokJin es un joven de veintidós años que sufre esquizofrenia, pero no de las conocidas, más solo ocurre en la noche y puede convertirse en un completo loco si no obtiene lo deseado para calmarlo.
En el camino para descubrir su enfermedad y lo...
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Jin se encontraba nervioso y confundido, no hacía mucho que había entrado al consultorio y por primera vez podía ver esa oscura sombra a plena luz del día, cuando en realidad sólo se aparecía en las noches. Lo ignoraba sabiendo que seguía allí parado, porque la atención que le brindaba el médico era mayor.
—Entonces, me decías que tienes una hermana —dijo mirando algunos papeles entre sus manos.
—Sufre delirio y hasta el día de hoy sigue internada —habló mordiendo su labio inferior.
—No te parece correcto, ¿Verdad? —preguntó.
—Preferiría que esté muerta, ella misma lo quiere así —agregó sin mirar al mayor a los ojos.
—¿Por qué lo dices? —interrogó nuevamente.
—Soy su hermano menor, ella nunca quiso esto —continuó levantando la mirada.
En ese momento vio a detalle los ojos verdes de su médico, el color de su piel apenas más oscura que la suya, el cabello bien negro, más su cuerpo ancho y grande lo pusieron nervioso, no tenía idea de su edad pero los pensamientos que se cruzaron por su cabeza lograron hacer que se incomodara.
Aquel hombre era demasiado atractivo ante sus ojos, sentía que los nervios aumentaba conforme pasaban los segundos, se sentía molesto y el solo hecho de tener pensamientos oscuros sobre su médico lo enfurecían.
—Quiero irme a casa —pidió levantándose del sofá.
—Recién llegas —agregó al ver el nerviosismo en sus manos.
—Deberían internarme o medicarme, sufro de esquizofrenia no es muy complicado —dijo alterado intentando abrir la puerta al ver que esta no cedía.
El más alto se levantó del sofá y camino unos pasos hasta el joven, colocó su mano sobre la de él y en ello notó lo nervioso que estaba, más sus alargados dedos estaban fríos a comparación del resto de su mano.
—Es una muy buena puerta para que mis pacientes no salgan huyendo... como tú —susurró sus últimas palabras lo bastante cerca de su oído, mientras sostenía su mano.
Jin movió apenas su cabeza a un lado y observó el rostro de su médico demasiado cerca, el calor de su mano era perceptible ante el tacto y sentía que en cualquier momento podía enloquecer.
—Tengo miedo —soltó mirando ambas manos sobre el picaporte.
—Lo sé —dijo llevando su otra mano a su cintura, para poder guiarlo de vuelta al sofá.
—Cuéntame como empezó y que es lo que sueles ver —pidió.
Siempre era lo mismo, Jin debía hablar de eso una y otra vez, dos años desde que comenzó con su enfermedad y dos años pasando de médico en médico porque nadie sabía a que clase de enfermedad psiquiátrica se enfrentaban, más allá de que estaba catalogada como esquizofrenia, nadie podía dar con un medicamento exacto o efectivo, parecía no tener cura.