❄ 1 Temporada ❄
- Han pasado dos años desde que concluyó la Cuarta Gran Guerra Shinobi, evento que también marcó el final del legendario enfrentamiento entre Naruto y Sasuke. La aldea de Konoha disfruta de una paz tan anhelada, pero una nueva amenaz...
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"Siempre voy a estar ahí para ti, aunque a veces tu solo me veas como un obstáculo"
Caminé por un paisaje extraño, buscando una salida sin éxito. Algo en mí me impedía irme de allí; sentía una conexión inexplicable con ese lugar. Salté de un círculo de piedra flotante a otro, sintiendo que me olvidaba de algo importante.
Eventualmente, me encontré con un hombre flotando en uno de los círculos de piedra. Estaba completamente inmóvil, como si estuviera en un sueño profundo. Intenté despertarlo moviéndolo suavemente por el hombro, pero no tuvo efecto. Era como si su cuerpo estuviera allí, pero su mente estuviera en otro lugar, inalcanzable.
Me senté a su lado, sintiéndome derrotado. Una punzada aguda en mi cabeza me hizo tambalear. Puse mis manos sobre mis sienes, tratando de aliviar el dolor. ¿Por qué sentía esta necesidad de despertarlo? ¿Dónde estaba? ¿Quién era yo?
Las preguntas giraban en mi mente mientras miraba a mi alrededor. No podía entender cómo había llegado allí ni qué hacía en ese lugar. Sentía una profunda confusión, como si estuviera buscando algo que no podía recordar. La sensación de pérdida era abrumadora, y todo parecía borroso y lejano.
Miré hacia arriba y vi a un hombre flotando, inmóvil y sereno. Me preguntaba desde cuándo estaba allí y por qué. Su postura era relajada, como si estuviera esperando a alguien o simplemente disfrutando de un descanso prolongado. Me acerqué al hombre que yacía en el suelo, tocando su mejilla con la punta de los dedos. Parecía estar en un sueño profundo, tranquilo y sin perturbaciones.
Una punzada en mi cabeza me hizo cerrar los ojos brevemente. Al abrirlos, me encontré con la cara de un hombre desconocido tan cerca de la mía que mi corazón dio un vuelco. Me sonrojé al darme cuenta de que mi mano estaba aún sobre su mejilla. La proximidad me hizo sentir una mezcla de incomodidad y una inexplicable sensación de paz.
Me aparté lentamente, sintiendo una calidez inesperada al ver cómo el hombre dormía sin una pizca de sufrimiento. Algo en su serenidad me reconfortó, como si aliviara una angustia que no sabía que llevaba dentro. Mi corazón latía con rapidez, y aunque estaba confundido y perdido, había una parte de mí que se sentía conectado con la tranquilidad del hombre.
No entendía por qué me sentía así, pero al mirarlo, vi algo más allá de su simple presencia. Tal vez era el reflejo de una calma que deseaba encontrar, o una conexión que no podía explicar. Mientras el ambiente seguía siendo extraño, me senté a su lado, sin poder apartar la vista de su rostro apacible.
A pesar de mi confusión, sentí una extraña felicidad al verlo en paz. Quizá era el consuelo que necesitaba, o quizás estaba empezando a entender que a veces, en medio del caos, lo que realmente buscamos es la serenidad en los lugares más inesperados.
