La profesora hablaba sin parar. Llevaba analizando una y otra vez la misma oración desde hacía, al menos, veinte minutos. Parecía que la clase no avanzaba, que los minutos no pasaban, y yo solo quería salir de esa última hora de clase y buscar respuestas.
-Eso es todo por hoy, recordad que el trabajo es para dentro de dos semanas.
Por fin. Recogí mis cosas a la velocidad de la luz y salí medio corriendo del aula.
Emprendí mi camino hacia el ala Este de la Universidad. Hacia las clases donde se impartía Filosofía. Tenía una amiga que estudiaba la carrera e Filosofía y toda la ayuda que pudiera obtener, era bienvenida.
-¡Iris! ¡Cuánto tiempo!- Sonreí al mismo tiempo que ella mientras nos dábamos un breve abrazo a forma de saludo.
Erika es la hija de una buena compañera de mi madre y, entre cenas de empresa y reuniones, nos conocimos y nos hicimos amigas. Después, con el tiempo, nos distanciamos un poco, pero seguimos en contacto y nos vemos de vez en cuando por los pasillos.
No era una amiga cercana, no era una persona que supiese muchísimo de mi vida últimamente, no conocía a mis amigos y era bastante reservada. Era perfecta para contarle todo el lío este.
-¿Te apetece comer en algún sitio? Tengo que contarte una cosa y necesito tu ayuda.
-¿Algo grave? ¿Está bien tu madre? ¿Ha pasado algo?
Solté una risita mientras la cogía del brazo y asentí muchas veces para quitarle la preocupación. -Sí, sí, mi madre está bien, tranquila, es sobre mí.
-Ah, vale, vale, me habías asustado.
Cogidas del brazo, nos dirigimos hacia un bar que hay cerca de la Universidad. Fuimos contándonos algunas cosas que nos habían ocurrido últimamente.
Me contó que había conseguido convencer a su madre para irse a estudiar un año fuera, que su abuela se había mudado a su casa tras la muerte de su abuelo, que seguía con el trabajo en la biblioteca por las tardes cuando no tenía clases...
Yo reservé todo lo que tenía que contar para la comida, además, me encantaba escucharla hablar. Es de esas personas que cuentan todo con mucho ímpetu y, sea lo que sea, te parece lo más interesante del mundo.
-Bueno, que solo estoy hablando yo. ¿Qué me tenías que contar?- Me dijo una vez nos habíamos sentado en una mesa que pegaba a la ventana del bar.
-A ver, te cuento...
Un cuarto de hora más tarde, le había contado toda la historia de la chica misteriosa y todo lo que estaba pasando: los poemas, los encuentros fortuitos, el post-it en mi mochila...
-Entonces, que yo me aclare, una chica que has visto tres veces en tu vida por obra y gracia del señor, te está acosando y a ti te encanta, ¿No?
Mi risa resonó entre el ambiente calmado del establecimiento y negué con la cabeza.
-No me está acosando.
-A mí me suena un poco a acoso, la verdad. Eso de que se sepa tu buzón... Tía, que sabe dónde vives.
Eso no lo había pensado. ¿Cómo había conseguido la chica mi dirección?
-Bueno, no seas dramática... La cosa es que es raro, ¿No? La conozco una vez y resulta que me la encuentro dos veces más... Y pasa esto. Es que suena a novela de Wattpad.
Las dos nos reímos asintiendo.
-Entonces, de la última carta que encontraste, ¿Has conseguido descifrar algo?
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La chica de las poesías
RomanceCuando parecía que su vida monótona y anclada a pensamientos e historias pasadas no podía cambiar, un poema y unos ojos miel hacen nacer la esperanza en el corazón de Iris. Desde ese momento, nada ni nadie va a pararla. Arreglar su pasado, para salv...