Capítulo 7

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Ahí, sentada en esta silla de madera con bordes metálicos azul eléctrico, es desde donde os saludo el día de hoy.

¿Que qué tal he dormido?

Bueno, yo diría que no he dormido.

He intentado todo. Música suave, contar ovejitas, cerrar los ojos e intentar imaginarme un día perfecto. A las cuatro de la mañana estaba tan cansada de probar métodos para dormir que me puse a estudiar.

Y ahora estaba medio muerta.

No he parado de darle vueltas a mi comportamiento de estos días. Lo mal que me he portado con mi madre, lo mala hija que he sido, lo poco que la he apoyado en este momento tan difícil.

De verdad, si volvéis a verme ser así, pegadme.

No suelo ser tan estúpida. Tengo mis momentos de niñata, pero se me suele pasar la tontería rápido.

La verdad es que no solo estuve pensando en todo esto esa noche.

También estuve pensando en la carta, en la chica, en el "juego" que me había propuesto.

Llevaba toda la mañana intentando acercarme a Kevin Collins lo suficiente como para poder dejar el papelito en el que había escrito: Me arriesgo a jugar.

También pensé en quitarme de tonterías y preguntarle a Kevin sobre su hermana, quedaría un tanto extraño que me acercase a él a preguntar por una persona a la que se supone que no conozcía.

Todas las diferentes ideas que se os están viniendo a la cabeza ya las había pensado yo antes.

Ir a su casa de nuevo, preguntarle a Kevin, contarle cualquier excusa para que me dijera el perfil de Instagram de su hermana.

Pero no puedo negar que me comían por dentro las ganas de ver qué es lo que tenía esta chica preparado para mí.

Así que, con todo el disimulo del mundo, le puse el papelito a Kevin en la mochila sin que se diese cuenta.

Soy una ninja.

En realidad, se había dejado la mochila olvidada en la silla como de costumbre. Solía ser muy despistado, después siempre interrumpía alguna clase para poder recuperar su mochila.

Lo sé porque ha habido veces que ha interrumpido alguna clase en la que estaba yo.

Al salir de la clase fui a la cafetería en busca de Josh y de un café doble.

-¡Iris!- La voz de mi amigo me sobresaltó por detrás y me hizo dar un pequeño salto en el sitio.

-No me grites, loca- Le dije. A veces se pasa de entusiasmo.

-Uy, qué gruñona vienes hoy Rhodes, ¿Ha pasado algo?

Es que tiene un puto don. Yo no sé cómo lo hace, pero siempre consigue darse cuenta de cuando alguien tiene algún problema o de si alguien oculta algo.

-Nada, es que no he dormido apenas y estoy en modo gruñón hoy- Le dije intentando que sonara creíble.

Mis problemas de sueño no son nuevos.

Desde hace ya bastantes años que sufro de insomnio, por eso necesito hacer muchas cosas a lo largo del día, para llegar cansada a casa y dormir del tirón. Si no, me tomo una pastilla, pero prefiero no tomarlas.

-Iris.

¿Mamá? ¿Qué hace la voz de mi madre en mi cabeza?

-Iris cariño, es hora de dormir, venga, que mañana nos vamos después del instituto a ver a los abuelos.

La chica de las poesíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora