Caviglia

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Enero 10 del 2022




Escucho a tope Mystery of Love mientras corro, tengo un nudo en la garganta desde hace días que simplemente no quiere salir. Tengo muchísimo sin llorar, una de las razones era que había llorado durante mucho tiempo. Y la otra, que no me quería ver igual de vulnerable más nunca, había tocado fondo, si salía de la casa era para comprar las cajetillas de cigarro.

Se me acelera el corazón al pensar en lo que era antes del casi matrimonio, la Vittoria que reía por todo, confiaba en todos y siempre ponía a los demás primero, aunque no se lo mereciera, como en el caso de Josh.

Me fue consumiendo la situación, el continuar aunque no me sentía bien del todo. Porque se supone que cuando aceptas casarte con alguien, no hay ni un ápice de duda en tu cuerpo, es puro amor, amor que se transforma porque sabes que no siempre será bueno, pero trabajarás para llegar a un acuerdo.

Ahora entiendo que no era entregar 50-50, ni buscar mi media naranja, es entregar el 100 de cada uno, porque el ser feliz o no depende de mí, yo decido si las acciones de los demás me afectan o no.

Puedo sentir mi corazón acelerarse mientras llegan a mi memoria los recuerdos de los desplantes, del quedarme callada porque a lo mejor lo que iba a decir a él no le importaba, del sentirme sola aunque estuviera en grupo, de los años siendo la sombra de él, celebrando sus logros pero nunca los míos, discutiendo y queriendo entender por qué era necesario gritar, por qué no podía hablarme.

Los secretos.

La desconfianza.

Mi corazón rompiéndose cada vez que él hacía algo que me dolía.

La soledad.

El conformismo.

La desidia hacia mi.

Todo lo que perdí.

Y lo que me hace volver a pisar tierra, literalmente, es una rama que se atraviesa en mi camino, haciéndome caer con mi tobillo doblado.

Estallo en lágrimas y no sé si es por el tobillo, o por lo que me duele todo el pasado.


···



Puedo ver a Bea llegar y es entonces cuando salgo pausadamente, tengo el tobillo vendado por el accidente de la mañana, por lo que la llamé para ir con ella, no hay forma de que maneje así.

— Venga, te ayudo — Me abrió la puerta del copiloto mientras me sostenía un poco para ayudarme a sentar.

— Gracias Bea, nunca me había pasado algo así, disculpa en serio la molestia...

— ¡Que va! Me queda de camino, no hay problema, sabes que estoy para ayudarte. — Mi corazón se regocijó un poco de sentir el cariño que me he ganado de parte de los chicos.

— Hoy vuelven Carlos y Charles, se siente todo muy administrativo sin ellos.

Si bien nosotras nos habíamos reincorporado al trabajo la semana pasada, los chicos tenían unos días de descanso antes de empezar la pretemporada. Con Charles habíamos hablado casi todos los días, nos enviamos fotos de nuestro día a día, él con su familia, yo cuando iba a correr o estaba comiendo, y así sucesivamente, me había acompañado indirectamente todos estos días.

Igual me sentía un poco nerviosa por el regreso, porque nuestra tregua llegaría a su final y no quería, no me gustaba el Charles imbécil, menos el pedante. Pero supongo que ya veríamos al llegar.

𝗠𝗲𝗿𝗮𝘃𝗶𝗴𝗹𝗶𝗼𝘀𝗮    |    𝗖𝗵𝗮𝗿𝗹𝗲𝘀 𝗟𝗲𝗰𝗹𝗲𝗿𝗰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora