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Una mirada extraña se formó en el rostro de la Takagi y ella solo asintió, sin querer llevar la contraria al pelinegro.

–Takagi-san, ¿Para que querías verme en la sala de carpintería? –Mientras esperaba a que todos los alumnos idiotas que salieron corriendo murieran el pelinegro pregunto aquello. La letra de la nota en su cuaderno era de ella.

Al momento en que la chica oyó eso su rostro inevitablemente se puso ligeramente rojo pero una expresión totalmente seria estaba en él. Kohta noto aquello y solo sonrió en su interior.

<Creo que ya sé que es... Soy asombroso. No esperaba menos de mi mismo>

–Eso no tiene importancia en este momento. ¿Cuando crees que es buena idea salir? –Cambiando de tema la chica pregunto eso mientras veía al chico rondar de puesto en puesto revisando a ver si había algo útil.

–¿Buena idea? En ningún momento pero tenemos que salir de aquí cuanto antes. Ya los demás deben estar en el primer piso o el segundo por lo que nos quedaremos en este piso y buscaremos armas. –Hirano hablo y mientras tomaba todos los teléfonos y los metía en un bolso. Takagi lo veía con una ceja levantada.

–¿Estás robando? –Aquella pregunta hizo sonreír al pelinegro pero ya que estaba de espaldas la Takagi no lo noto. Ella parecía indignada de ello.

–No, no, no. ¿Cómo crees eso? Solo estoy tomando sus teléfonos prestados. Se los pagaré si alguien pregunta quién los tomo e incluso les daré un extra, lo juro. –Con una expresión solemne aquel pelinegro levanto su mano y miro tranquilamente a la Takagi, quién parecía más tranquila por ello. Con un bufido ella solo asintió.

–Bueno, está bien. Solo apuremonos. ¿Que haremos si algún asesino viene a este salón? –Con aquella pregunta la chica quería saber qué diría él, con un posible asesinato era probable que hubieran otros más pero no se habían oído disparos así que era probable que no tuvieran armas de fuego.

–Si vienen con cuchillos simplemente les partire un brazo o los dedos. –La cara de tranquilidad con que lo dijo preocupo ligeramente a la Takagi y ella tragó saliva, parecía que aquel chico al que ella le gustaba era más peligroso de lo pensado.  –Practique varias artes marciales. Si vienen con un arma de fuego tendrás que esconderte detrás de mi en el mejor de los casos si no estoy cerca. Si estoy cerca de quién tenga el arma te aseguro que antes de siquiera poder disparar le quitaré el arma y le partire la nariz.

Saya estaba bastante preocupada por la tranquilidad con la que aquel muchacho dijo eso pero solo asintió y se acerco a la puerta antes de abrirla un poco y ver afuera.

<La manera en que las chicas se desarrollan en este mundo es extraña. Hace unos cuantos meses no estaba tan bien pero ahora... Uff, que trasero>

La mirada de Kohta ni siquiera fue disimulada al ver el trasero de la chica con la que estaba, de hecho incluso se acercó un poco y fingió amarrarse las trenzas solo para ver su ropa interior.

Luego de "amarrar sus trenzas" el muchacho se puso de pie y saco uno de los teléfonos de su mochila antes de hacer algunas cosas y guardarlo en su bolsillo.

La Takagi parecía sospechar del hecho de que no se escuchará nada por los pasillos pero luego de ver hacia los lados un par de veces asintió y volteó su rostro, encontrándose con la cara sería de Kohta.

–Parece que no hay nadie... ¿A dónde iremos primero? –De manera inconsciente la chica le pregunto eso al pelinegro antes de darse cuenta de lo que había hecho y casi palmearse la cara. Ella debería ser la líder, no una seguidora.

–Iremos a la sala de carpintería. Allá hay objetos peligrosos que pueden usarse como armas. –Con aquello dicho el joven salió del aula y camino directamente hacia dónde debía.

Hirano Kohta... ¿O no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora