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Yo tenia 15 años cuando cuando quedé huérfano, no tenía ningún familiar cercano y nadie además de Alfred se hizo cargo de mi, durante un año viví solo con mi mayordomo al cual le tomé cariño como si fuera un padre, sin embargo Alfred estaba preocupado por algo. Yo estaba aislado en la gran mancion, completamente solo, estudiaba en casa y no tenía ningún contacto con otras personas que no fueran las personas que servían para mi.
Alfred se dio cuenta de esto y el como me comenzaba a afectar. Tomo una difícil decisión, con tristeza en sus ojos me vio y dijo "Es lo mejor para ti Bruce, podrás conoces a otros muchachos de tu edad y tener amigos", estaba decidido iba a ser internado en una escuela católica para hombres. No puse oposición, no quería hacer las cosas más difíciles para pennyworth.
Entre llantos y un largo abrazo me despedí de Alfred, el hombre que literalmente me había criado, incluso más que mi propio padre, no me importo ser visto, derrame un mar de lágrimas en el auto que me llevaba al que seria mi nuevo hogar.
El colegio católico para hombres de gotham. Era un edificio grande situado en lo más lejano de la ciudad, en una zona rural y remota, los árboles y una neblina oscura rodeaban lo que creo que serían los dormitorios y a lo lejos una pequeña iglesia. El panorama se veía tan triste, dándome una deprimente bienvenida.
Muy pocos de los que aplicaban para entrar al internado lo lograban por los exámenes de admisión, por lo que había leído el año pasado un chico huérfano destacó de entre los demás debido a sus respuestas tan brillantes en los exámenes "Edward Nashton, un joven genio con mala suerte", el artículo estaba en la última parte del periódico, casi invisible sin embargo lo que me llamó la atención fue la foto de un chico de cabello largo y lentes grandes con una mirada intensa pero triste, una mirada que me causó escalofríos.
Habíamos llegado, el chofer me abrió la puerta y sin decir ni una palabra me dejó en la entrada principal. Detrás de una puerta de rejas metálicas cubiertas de hierbas secas y óxido se encontraban dos monjas de aspecto cansado
-Bienvenido Bruce Wayne, estamos encantadas de tenerte aquí y que te dejes guardar en la gloria de Cristo.- La monja más alta hablo con un tono monótono, casi robótico.
-Así es, estamos muy emocionados todos, los muchachos prepararon algo especial para ti.- la monja más baja y llenita era totalmente diferente a la más alta, esta hablaba de forma enérgica a pesar de las grandes ojeras que se apreciaban por debajo de sus ojos apagados.
Caminamos un poco hasta debizar a lo lejos una pequeña iglesia de madera que era cubierta levemente con la neblina del lugar.
-Espero que te guste la lluvia hijo.- la más alta sonrió al decir eso en forma de burla.
-La hermana Judy tiene razón, el sol no es un problema aquí, ya sabes.
Al abrir las puertas de la iglesia un montón de chicos aproximadamente de mi edad se abalanzaron sobre mi bombardeandome con preguntas.
