Dos son mejores que uno, ¿no?
Dasha está segura que su vida debe cambiar ese último año.
Y cambia al poner un pie dentro de INDUSTRIAS A. K.
La idea es Cazar a A. K, pero, ¿a cuál de todos los A. K?
Eso tendrás que averiguarlo...
Sí es que ellos no...
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Narra Dasha.
Despierto porque siento unas caricias en mis brazos. Parpadeo, intentando enfocar algo con la escasa luz que entra por la ventana del cuarto y veo a Adrien levemente levantado por su brazo mientras me acaricia con el otro.
—¿Qué haces? —susurro adormilada. Veo que sonríe.
—Sí te beso, Dash, ¿fantasearías conmigo luego? —pregunta. Abro los ojos, sorprendida de lo que pregunta.
—¿Qué?
—Quiero besarte, Dash. Pero también quiero hacerte más que eso —confiesa. Me siento frente a él, cruzando mis piernas una por encima de la otra.
—Dijiste que eras gay —le recuerdo. Asiente.
—Lo soy, por eso nunca he besado a una mujer o le he hecho más cosas. Por algún motivo, me gustaría probarlo contigo —confiesa. Abro aún más los ojos sí es eso posible.
—¿Me estás diciendo que quieres comerme el coño? —pregunto para ver sí estoy entendiendo todo bien o todo muy mal. Adrien comienza a reír bajo.
—No de esa forma tan directa, pero ¿me dejarías intentarlo? —suelta. Mis ojos siguen abriéndose más y más. A este paso, se me saldrán.
—Soy novia de Austin —le recuerdo. Asiente.
—Pero eres mi falsa novia también, Dash. No te estoy diciendo que luego de eso me gustaran las mujeres, pero si no pruebo a alguna, ¿cómo lo descubro? —revira. Paso saliva, tiene un buen punto ahí.
—¿Y por qué querrías probar conmigo, Adrien? No sé nada de sexo. Bueno, la práctica. Porque he visto mucho porno —confieso. Ríe gustoso.
—También he visto mucho porno, así que seríamos dos pornográficos realizando las escenas en vivo. No suena tan mal, ¿o sí? —pregunta y ahora, la que ríe soy yo.
—¿Has besado a una mujer antes? —cuestiono y niega—. Venga, hazlo entonces. Bésame, Adrien. Probemos a ver sí te gusta besarme —propongo, moviendo mis manos. No puedo ver bien su rostro por la oscuridad de la habitación, pero lo conozco y debe estar tan sonrojado como lo estoy yo.
Se acomoda mejor en la cama hasta que sus piernas rozan las mías. Mi corazón va a mil por segundo. Una de sus manos se posa en mi cintura y la otra coge mi rostro, acariciando mi cabello suelto.
—Me gusta el olor de tu cabello, Dash —susurra, acercándose cada vez a mí. Sonrío.
—Me gustan tus pecas —confieso, porque siento que necesita todavía un empujón para lograrlo. Lo escucho reír bajo hasta que su aliento ya se mezcla con el mío.
—Voy a besarte —avisa, tocando ya mis labios con los suyos.
—Hazlo —digo y lo hace. Toma mi labio superior, tirando hacia él y luego lo suelta, paseando su lengua por la unión de ambos labios para después terminar tomando ambos. Ahora sí me besa.
