Dos son mejores que uno, ¿no?
Dasha está segura que su vida debe cambiar ese último año.
Y cambia al poner un pie dentro de INDUSTRIAS A. K.
La idea es Cazar a A. K, pero, ¿a cuál de todos los A. K?
Eso tendrás que averiguarlo...
Sí es que ellos no...
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—¿Estás lista? —pregunta Austin, estacionando frente al edificio de la empresa. Niego con la cabeza y él ríe—. No pasaremos por nuestro piso. Iremos directamente al de mi tío, ¿si? —dice.
Asiento y salgo al mismo tiempo que él, sin esperar que me abra la puerta. Veo mi vestido sencillo con las sandalias peluditas, trago hondo y me enderezo.
—Estás preciosa —asegura.
Sonrío y cojo su mano, entrando de su mano al interior del edificio sin deparar en la mirada de Martha, la mujer que me recibió a mí y a Adrien ese primer día. Paso también de otras miradas, pero no es hasta que las puertas del elevador se cierran que suelto el aire contenido.
—Bésame —le suplico, girándome y soltando su mano para acomodarlas en su cuello.
Sonríe, llevando las suyas a mi cintura y toma mi boca, callando todas las palabras que me suelta mi mente sobre algún tipo de pensamientos de esas personas. Silencio por completo sus opiniones y me entrego al beso de mi novio. Nos separamos cuando ya la temperatura en el interior ha subido y sus manos no están en mi cintura, sino en mis nalgas y me presiona contra él, empujando su polla contra mi estómago.
Cuando las puertas se abren, estamos jadeantes.
—Mira eso —dice y señala su entrepierna. Río tímida, encendiéndose mis mejillas—. Tenemos que hacer otra parada luego de esta —asegura. Vuelvo a reír y camino a su lado sin tomar su mano, porque usa ambas para cruzarlas por delante, cubriendo su erección—. Gregory —saluda al asistente del señor Adrian que levanta su mirada del portátil para vernos. Austin coge mi mano ahora sí.
—Los está esperando, pero está el joven Aaron —advierte. Paso saliva y Austin me mira.
—¿Estás bien con eso? —pregunta. Sonrío falsamente.
—Estoy con quién quiero estar, nene —prometo. Noto la tranquilidad inundar su mirada. Asiente y abre la puerta, tocando antes y esperando que nos dé el pase. Paso saliva, evitando mirar los ojos azules y verdes de Aaron y concentrándome solo en el señor Adrian que se levanta de su asiento al vernos entrar tomados de la mano. Sonríe en todo momento.
Cada paso que voy dando, voy sintiendo su mirada fija en mí y, posiblemente, en mi mano unida a la de Austin que no he dejado de apretar en ningún momento.
—Dasha, es bueno verte bien —confiesa el señor Adrian. Sonrío en su dirección.
—Lo estoy. También es bueno verlo. Aaron —saludo, girando la cabeza para verlo. Mi corazón bombea sangre de manera frenética cuando sus labios se curvan y me dedica una sonrisa. Una sonrisa que me transporta a ese apartamento, a esa cama...
—Nat —responde y el que me diga así, me hace inflar mi pecho en busca de aire.
Deja de dominarme, por favor. Devuélveme mi seguridad, te lo ruego.