Enero 26, 4811: Planeta Englor: un espacio abierto fuera de Jongcheveevat propiedad del país de Moreal.
Unas hojas secas se elevaron hacia la punta de su brillante bota negra cuando él levantó el pie derecho. Mew debió de haberse quedado en la casa... honor era una maldición. Todo eso era un malentendido, un accidente. Ahora, iba a pagar con la muerte por eso. Él iba a morir.
- Seis.
Mew tragó duro y tomó una profunda respiración mientras daba el sexto paso. La brisa de la mañana rizaba su largo cabello cubriendo sus ojos de color café. Él parpadeó y sacudió la cabeza para despejarla, entonces deseó no haberlo hecho. Su cabeza aún le dolía de la fuerte borrachera que se había permitido la noche anterior. Si por algún milagro salía vivo de esta, nunca bebería de nuevo.
- Siete.- la voz del barón White se oía exageradamente gruesa y fuerte sobre el ruido del crujir de las hojas y el relincho de los caballos. Entonces, quizás eran las circunstancias que lo hacían oírse de esa manera, o quizás era el contraste con la serenidad del espacio abierto.
Con la mente nublada y su cuerpo en piloto automático, Mew siguió avanzando. Él miraba al horizonte, hacia los desnudos árboles, donde el sol comenzaba a iluminar el cielo de esa roja mañana. ¿cuando fue la última vez que se había levantado tan temprano para ver el amanecer? No podía recordarlo, pero sabía que esa podría ser su última vez... Su despreocupada existencia como el hijo mayor del duque de Jongcheveevat repentinamente parecía inútil.
Alguien en la orilla del claro tosió mientras el barón gritaba.
- Ocho.
Mew avanzó un paso. ¿Por qué incluso había pensado que podría razonar con el vizconde? Bas Thakur, vizconde de Ayuttaya y heredero del Marqués de Klahan, siempre había sido un temperamental. A pesar del hecho de que sus padres eran amigos estimados y que Mew había conocido a Bas prácticamente desde su nacimiento, ellos nunca habían tenido ningún tipo de amor entre ellos. Cuando niños eran rivales. De adultos ellos simplemente se ignoraban. Hasta anoche. Anoche ellos empezaron a ser enemigos.
- Nueve.
Cerrando los ojos colocó un pie frente. Al otro. La antigua pistola Terran se sentía pesada en su mano. Él no quería hacer esto. La acusación que lo había traído aquí era falsa, pero su coartada era justamente condenatoria. Todo en él gritaba que corriera fuera del campo y huyera. Sería llamado cobarde, pero al menos seguiría vivo otros veinte años. Y lo más importante, no tendría la desilusión de su padre.
- Diez. ¡Fuego!
Mew se giró sabiendo exactamente lo que tenía que hacer. Podría no matar a Ayuttaya. Si por algún milagro Mew vivía, su padre podría seguramente desheredarlo. Podría ser despilfarrador, pero él amaba su padre y decepcionar a su adorado padre era el peor destino que podría sufrir, más horrible incluso que la muerte. Él apuntó hacia el hombro izquierdo de Bas.
El sonido del arma de fuego hizo erupción y sintió un abrasador dolor en su costado. Alejando la agonía, su dedo presionó el gatillo.
Los ojos azules de Bas se abrieron más, abrió la boca y miró hacia su pecho, donde una mancha roja se extendía sobre su chaleco de brocado. Él miró a Mew, su cara blanca, y cayó a la tierra como una muñeca de trapo.
Un alto grito femenino desgarró el aire. Sunstra, la prometida de Hargrove, corrió por el campo y se arrojó a un lado del vizconde.
"Oh, Galaxias, ¿Qué he hecho?" Mew seguía perfectamente de pie, viendo a su oponente.
Alguien corría hacia Mew.
-Polvo de estrellas, Mew.
"Boun"
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1. Mi hermoso capitán
RomanceLa vida del conde de Saeueng da un giro inesperado y se ve obligado a dejar todo atrás convirtiéndose en el feroz y temido capitán intergaláctico de la fuerza aérea Mew Suppasit. Cuando ocurre un robo de armas en Regency, un planeta con realeza, se...