》𝐒𝐢𝐞𝐭𝐞《

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 →𝐋𝐚 𝐂𝐨𝐫𝐮ñ𝐚, 𝐄𝐬𝐩𝐚ñ𝐚. 𝟐𝟗 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐳𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟐.

—Que te ofrecieron... ¿Qué?

—Una ralla de coca.

—Edén...

—Oh, no pasa nada. La rechacé —se encogió de hombros.

—¿Pero pensaste en aceptar?

—He de reconocer que por un momento sí. Pero... Me puse a pensar, y he ganado mucho como para perderlo ahora todo de golpe. No quiero verme como hace dos años, no otra vez. Así que quité los restos del lavabo y me puse a hablar con Héctor por videollamada.

—Joder, no sabes lo orgullosa que estoy de ti, te lo juro —las tres estaban caminando hacia el estadio Ciudad Deportiva de Riazor, donde verían el partido de la selección española.

—¿Héctor sabe algo? —preguntó Noa, y Edén negó con su cabeza.

—Es mucho, y no puedo. No aún. Tendría que hablarle sobre Claudia, mis padres, y sobre...

—No, vale, para —Gala la interrumpió—. Si él debe saberlo, será cuando tú decidas, ¿vale? No te presiones porque es algo que no te gusta recordar y mucho menos hablar de ello. Y si te soy sincera no me apetece verte como aquel cinco de Mayo —a Edén le recorrió un escalofrío al rememorar aquella fecha—. Dicho esto, ¿qué tal si vamos a comprar algo de picar?

—Me has leído la mente —caminaron hacia el puesto con comida más cercano, y Noa fue la encargada de pedirlo todo. Mientras sus amigas cogían múltiples bolsas de pipas, patatas y botellas de agua, Edén notó que su móvil empezó a vibrar, indicando que tenía una videollamada entrante.

—¡Hola!

¡Hey! ¿Qué tal por allí?

—Bastante bien, la verdad. Estamos... Bueno, están comprando algo para picar mientras vemos el partido —enfocó a las chicas, que seguían comprando—. ¿Y tú?

Estoy yendo a casa de Borja, así al menos me entretengo esta tarde.

—Es un plan genial, no seas así. Además, te encanta estar con Borja.

Lo sé. Pero me gusta más estar contigo —la rubia notó como el calor iba subiendo por sus mejillas—. Y hacer que te sonrojes.

—Me caes mal, ¿sabes?

Vaya mentirosa estás hecha.

—¡Uy, hola! —Gala se asomó.

¡Hola! ¿Tenéis frío o qué? —dijo al percatarse de que ambas chicas llevaban una sudadera puesta.

—Un poco. ¡Pero se está estupendamente! Yo solo me pasaba a saludar, voy a por Noa, que seguro que se va a comprar todo el puesto como siga así —se despidió de Héctor con la mano y fue hacia donde estaba su amiga.

—¿También hace frío en Sevilla? —preguntó la rubia al ver que el cielo estaba nublado.

Está el día tonto, pero... —la chica se giró, y sonrió—, Se puede mejorar.

—Has hablado con las chicas, ¿no?

—Claramente, no sé por qué dudas —Edén rió y le abrazó por el cuello, y él le correspondió rodeando su cintura con sus brazos.

—¡Bueno, ya estamos todos! —la voz de Gala hizo que se separasen un poco—. ¿Entramos o qué? No se viene a ver a España todos los días

—Adelante entonces —la gallega le lanzó a Héctor una botella de agua, que cogió al vuelo.

Edén ||Héctor Bellerín|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora