→𝐌á𝐥𝐚𝐠𝐚, 𝐄𝐬𝐩𝐚ñ𝐚. 𝟏𝟐 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐲𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟐.
—¿Segura que quieres hacer esto?
—Creo que se lo debo. A los dos —Héctor asintió y quitó las llaves del contacto del coche—. ¿Me esperas aquí? Quiero... Quiero estar sola con ellos.
—Claro, no te preocupes —antes de que se bajase del coche, le dio un beso en los labios. Edén se bajó del vehículo y caminó por el Cementerio Inglés hasta llegar a las tumbas que estaba buscando. Los dos estaban juntos, madre e hijo, uno al lado del otro. Le dio un escalofrío.
—Hola... Sé que esto es... Bastante raro, pero creo que me hace falta —se sentó en el suelo, y cruzó sus piernas—. Siento no haber venido antes, pero no me veía preparada —miró la tumba de su madre. Almudena Jiménez. Seguidamente, miró la de su hermano, Lucas Rodríguez—. Supongo que lo veréis todo desde donde sea que estéis, pero bueno. Claudia y yo no nos hablamos, y creo que es hasta mejor, nunca se ha preocupado por mi, así que no le veo mucha diferencia. Sigo siendo amiga de Gala y Noa, de hecho vivimos juntas en Sevilla, quisimos un cambio de aires después de estar tanto tiempo en Madrid, así que decidimos mudarnos ahí. Somos un trío bastante estrambótico, pero somos perfectas a nuestra manera. Y he conseguido pareja, se llama Héctor y es... —sonrió, y comenzó a jugar con las uñas de sus pulgares—, es simplemente perfecto, y me ha aceptado tal y como soy. Le conté lo que os pasó y cuando le dije que quería venir a veros, para poder soltaros un poco y seguir mi vida con normalidad, me dijo que él mismo me traería, y está esperándome en el coche. Algo he tenido que hacer bien para que apareciese en mi vida, ¿no? —se secó un par de lágrimas que resbalaron por sus mejillas—Llevo limpia desde que salí de rehabilitación, y me siento bastante orgullosa de eso —se sorbió la nariz—. Me gradué, me costó pero finalmente pude estudiar fotografía después de estar años ahorrando para pagarme la matrícula, y trabajo de eso. Ojalá estuvierais aquí para poder verlo, porque no sabéis lo que os echo de menos cada día, y lo que os quiero —al decir eso, reventó en llanto, pero pronto notó como alguien se ponía detrás de ella y la abrazaba. La chica llevó sus manos a los brazos de su novio e hizo fuerza mientras lloraba. Él, en cambio, aumentó la intensidad del abrazo y dejó un beso en su cabeza.
—Ya, amor, estoy aquí —le susurró. Los sollozos de Edén le partían el alma, y mucho más sabiendo de donde provenía ese dolor—. Venga, vámonos, por hoy está bien y lo has hecho genial —la ayudó a levantarse, pero ella se quedó mirando las tumbas, y él rodeó sus hombros con su brazo—. Estoy muy orgulloso de ti, lo sabes ¿no?
—¿Por haber tardado tanto en venir a ver a mi madre y a mi hermano?
—Lo importante es que lo hayas hecho, Edén. Mejor tarde que nunca —dejó un beso en su sien.
—Supongo que Claudia habrá venido todos los meses desde su muerte.
—No pienses en eso, ¿quieres?
—Es muy difícil.
—Vamos, te invito a merendar —Edén asintió levemente con su cabeza y se alejaron de aquel lugar para comenzar a caminar de vuelta al coche. Una vez que se montaron, el catalán arrancó tras ponerse los cinturones de seguridad—. ¿Cómo te sientes?
—Es... Es raro, muy raro —reconoció—. He venido a verles después de cinco años.
—¿Empezaste con la droga justo cuando murieron? —quiso saber.
—No, pasó un tiempo antes de probarla —suspiró—. No sé si te lo he contado, pero Claudia tiene un bebé —Héctor la escuchaba atentamente—. Y me enteré por sus estados de Whatsapp, ella no me lo dijo. Y duele saber que tengo un sobrino que no sabe de mi existencia porque su madre me odia.
—¿Realmente piensas que te odia, Edén?
—Ella misma me lo dijo, Héctor —Bellerín torció ligeramente su cabeza—. "Te odio más que a papá, incluso". Me partió en dos eso.
—¿Puso a la persona que mató a vuestra madre por encima de ti? —la chica asintió con su cabeza.
—Parece increíble, ¿eh? Mi madre intentaba quitarle hierro al asunto diciendo que eran cosas de niños, que lo que tenía eran celos y que se le pasarían con el tiempo —chasqueó su lengua—. Nunca se pasaron. Lucas me decía que lo que Claudia me tenía era envidia, y de la mala además.
—¿Pero por qué? Es que no lo entiendo.
—Cuando yo nací pasé a ser automáticamente el ojito derecho de mi madre, por más que mi fecundación fuese lo peor que le pasase. Y también el de Lucas, mi padre me odiaba, ella también... Era lo único que les unía, supongo.
—¿De verdad se llevaba bien con él?
—No, para nada. Se llevaban a matar, sobretodo recuerdo una vez , o una de tantas más bien, que vino borracho a casa, e iba con la intención de pegarle a mi madre. Estábamos los cuatro en el salón viendo la televisión. Cuando mi madre escuchó las llaves nos llevó a nuestras habitaciones corriendo. Aunque bueno, siempre solía encerrarnos juntos. No quería que yo estuviese sola, ni que mi hermana lo estuviese. Hasta la última paliza de su vida, que Lucas echó la puerta abajo después de que Claudia y yo intentásemos forzar la cerradura desde dentro. Es que de tan solo recordarla en el suelo... —se le cortó la voz, y el catalán puso una mano en su muslo—. Yo no me imaginaba que pudiese llegar a ese extremo. O sea, sí podía llegar a imaginármelo, pero lo veía tan... Algo tan fuerte y tan imposible a la vez, que mi mundo se rompió en mil pedazos diferentes.
—¿Y sabes dónde...?
—No, no tengo ni idea —reconoció—. Fuimos a su funeral, éramos sus hijos y no soltamos ni una lágrima por él. Nosotros no fuimos a esparcir sus cenizas, de hecho no sé ni quién las esparció. Lucas después de eso nos llevó a casa, y bueno, él entró en depresión y... Ya sabes cómo acabó la historia.
—Lo siento muchísimo, amor, de verdad.
—No te preocupes, me... Me ha venido bien venir. Suena raro pero es así, es como que he podido soltarlos un poco.
—Yo te acompañaré cada vez que quieras venir.
—No hace falta, Héctor.
—Te callas, eres mi novia y me preocupo por ti, punto —Edén sonrió levemente. De verdad que se sentía afortunada por tenerle, y a su vez pensaba que él había sido mandado por parte de su madre y su hermano, para que encontrase la felicidad que perdió, o mejor dicho... Para que viviese una que nunca tuvo.
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Edén ||Héctor Bellerín||
Rastgele[Edén]: Nombre de origen hebreo. Significa "deleite" o "placer". -Nunca he conocido a alguien que le haga tanta justicia su nombre, como a ti el tuyo.