》𝐃𝐨𝐜𝐞《

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 →𝐒𝐞𝐯𝐢𝐥𝐥𝐚, 𝐄𝐬𝐩𝐚ñ𝐚. 𝟒 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐲𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟐.

—Mierda.

—Eh, tranquila —Gala sabía que en cuanto el reloj de la cocina marcase la medianoche, podría convertirse en la peor noche del año. O al menos la del mes—. No pasa nada, Noa y yo estamos aquí —se agachó junto a ella, y comenzaron a recoger juntas los trozos de porcelana rotos de la taza que se le había caído a la malagueña al suelo. La gallega se fijó en las manos de su mejor amiga—. Estás temblando, Edén.

—Es el primer año que paso el día sin drogarme, Gala. No sé cómo voy a reaccionar.

—Prefiero mil veces verte así, que totalmente ida, Edén. Te lo repito por enésima vez, no estás sola. Vete al salón, yo recojo esto y ya de paso te preparo una tila. Tu mientras tanto pon una película o algo. Vamos a distraerte. O no, mejor. Vístete.

—¿A dónde quieres ir ahora?

—A donde sea, pero tú encerrada entre cuatro paredes no te quedas. Venga.

Lo que Gala había planeado en menos de dos segundos no significaba que fuese a funcionar, pero eso era mejor que quedarse sentadas en el sofá, y que Edén tuviese la tentación de hacer cualquier cosa.

Y eso hicieron, se vistieron y se marcharon. Noa se encontraba con Marc aprovechando que los niños volverían con su madre en los próximos días.

—Quiero entrar ahí.

—¿Estás segura?

—Necesito bailar, tomar algo y aunque suene asqueroso, oler un poco a humanidad —Gala hizo una mueca con sus labios ante la última confesión—. Por favor.

—Vale, vale. Como prefieras —se acercaron a la puerta de aquella discoteca, y tras esperar la cola infernal que había para entrar, pagaron las entradas. Una vez que estuvieron dentro, fueron directamente hacia la barra—. Dos Puerto de Indias con Sprite, y dos chupitos de tequila de mango —le pidió Gala al camarero. Y a raíz de ahí, empezó el descontrol, al menos por parte de Edén.

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—Para un poco, ¿quieres?

—Querer lo que es querer no quiero —Gala suspiró.

—Voy a llamar a Noa, a ver si puede venir a recogernos.

—Está con Marc.

—Te digo yo que viene a por nosotras. Tú no te muevas de aquí.

—Que sí, mamá —la gallega salió del baño, y buscó el contacto de su amiga en su móvil.

¿Qué quieres?

—Ante todo, siento molestarte tan tarde. ¿Estás muy dormida?

Teniendo en cuenta que son casi las cuatro de la mañana sí, sí lo estaba.

—¿Puedes venir a recogernos? Mi plan era llevarme a Edén a dar una vuelta por Sevilla, pero ha querido entrar en una discoteca, y está borrachísima.

¿No te has llevado el coche?

—Si te llamo para que nos recojas es por algo, Noa, mi niña —de pronto, se escuchó un golpe seco dentro del baño. Tan fuerte que incluso la madrileña lo oyó.

¿Qué ha sido eso?

—Edén —rápidamente entró de nuevo, y ahí estaba. Rendida en el suelo—. Mierda, mierda, mierda.

Gala, ¿qué ha pasado?

—Noa, por tu madre, ven ya. Corre. Edén se ha desplomado —puso el manos libres—. Edén... ¡Edén! —comenzó a darle leves golpes en la cara, pero no respondía—. Noa, está inconsciente.

Edén ||Héctor Bellerín|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora