》𝐄𝐩í𝐥𝐨𝐠𝐨《

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 →𝐌á𝐥𝐚𝐠𝐚, 𝐄𝐬𝐩𝐚ñ𝐚. 𝟐𝟒 𝐝𝐞 𝐍𝐨𝐯𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟖.

—¿Lista?

—Eso creo. No lo sé.

—No es la primera vez que vienes. No te pilla de nuevas —la chica cogió aire y asintió con su cabeza antes de acercarse a la tumba de su madre.

—Sé que hace muchísimo tiempo que no vengo a veros. Y lo siento mucho, pero prácticamente no he tenido tiempo para hacerlo, entre el trabajo, y todo... Y he venido porque quiero presentaros a alguien —la chica se giró y Héctor se puso a su lado—. Ella es Blanca —dijo mientras cogía a la niña en brazos—. Tiene un año y medio, y es lo mejor de mi vida —sonrió mientras ponía un mechón de pelo rebelde de su hija detrás de la pequeña oreja—. Un poco traviesa, pero bueno. Sabemos manejarla bien. Y... Lo que vendrá dentro de unos meses, parece que será un niño, o eso dicen las ecografías.

Algo de lo que Héctor y Edén habían hablado largo y tendido, era sobre tener hijos en un futuro. Primero querían ver cómo evolucionaba la relación, pero conforme pasaban los años, cada vez tenían más claro que querían empezar aquella aventura juntos. Algo que logró que Borja y Gala casi sufriesen un infarto cuando les preguntaron si querían ser los padrinos de Blanca, y lo mismo sucedió con Noa y Pedri, que tampoco pudieron negarse ante aquella oferta.

—También dentro de un par de años, pasaremos por por altar —sonrió mirando a Héctor—. Y esta chiquitina será la encargada de llevar los anillos, al igual que su hermano la acompañará. Se va a llamar Lucas —no tuvo que darle muchas vueltas al nombre. Tenía muy claro que su hijo se llamaría como su hermano, y le daba igual que el de Claudia también se llamase así, no se iban a conocer y no tenía importancia—. Me pidió matrimonio en Málaga, y allí nos vamos a casar —suspiró—. Intentaré venir más seguido. Lo prometo. Os quiero mucho, y gracias por mandarme una familia tan perfecta —de pronto, una suave brisa sacudió su pelo, acompañado de un rayo de sol en ese día tan nublado.

De nuevo, volvieron al coche, y tras asegurarse de que Blanca estaba bien asegurada, Héctor arrancó y condujo de nuevo hacia Sevilla.

Sí, Sevilla. Tras acabar el contrato de Héctor con el Barcelona, pudo regresar al Betis como agente libre.

Nuevamente de vuelta en tierras andaluzas. Al igual que Noa y Marc. Algo que agradecían, ya que ambos querían que que primer hijo naciese en España, y no en Turquía.

Desde aquel día en Barcelona, todo cambió en la vida de aquel grupo. Gala y Ferran en esos seis años se habían enterado de que serían padres de una niña, al igual que Noa tendría un niño. Blanca, Carla y Óscar serían los que iniciasen la nueva generación, ya que los tres se llevan muy poco tiempo de diferencia. Tres meses antes de que Blanca hiciese el año y medio, Edén se enteró de que estaba embarazada de un mes, y no dijo nada hasta que pasaron los tres primeros meses, ya que en su primer embarazo hubieron ciertas complicaciones por ser de riesgo.

—¿Estás feliz?

—Muy feliz —dijo con una sonrisa—La niña, la boda, la llegada del bebé... Es todo tan irreal que aún me cuesta asimilarlo —Héctor rió y puso su mano en el muslo de su prometida—. Gracias por tanto, Héctor, de verdad.

—Sabes que no debes darme las gracias por nada. Si te pedí matrimonio fue porque quiero pasar el resto de mi vida contigo, y me daba exactamente igual tu pasado, ya lo sabes. Fuiste muy fuerte aquel día, y no sabes lo jodidamente orgulloso que estoy de ti.

—Orgullosas estamos nosotras de ver a dónde estás llegando —dijo refiriéndose a su hija y a ella sobre lo que estaba consiguiendo en el Betis. Acababan de hacer el sorteo de los octavos de final de Champions, y allí estaban ellos, peleando para poder llevar la copa a casa—. ¿No te parece increíble estar así? ¿Quién te iba a decir a ti que te ibas a casar con una chica que conociste en el Fnac, y que iba a ser la madre de tus hijos?

—Yo lo sabía. Algo dentro de mí me decía que tú eras la indicada desde el minuto uno en que te vi. Y no me arrepiento de absolutamente nada.

—¿Te crees que yo sí me arrepiento de algo desde que te conocí? Ni de coña, con diferencia ha sido lo mejor que me ha pasado en mi vida. Bendito sea el día en el que me agobié y quise darme una vuelta por la ciudad. Y déjame decirte que... —en ese momento, dejó de hablar.

—¿Qué pasa?

—Creo que... —se llevó las manos a su abultado vientre—. No sé si ha sido cosa del coche, pero creo que se acaba de mover —solo aquello hizo falta para que Héctor quitase una mano del volante y la pusiera sobre la mano de su chica. Al instante, ambos notaron aquella patada que marcaría el inicio de su segunda cuenta atrás, aunque aún les quedasen varios meses por delante—. Oh, Dios mío...

—Parece que le gusta la voz de su madre.

—O la de su padre. Blanca no dejaba de moverse cuando te escuchaba —Bellerín sonrió ampliamente—. Me muero de ganas por verle la cara.

—Debería darte las gracias, Edén.

—¿A mí? ¿Por qué?

—Por ser mi edén en esta vida, mi paraíso.

—Te amo muchísimo, amor, de verdad.

—Yo te amo más, Edén. No te imaginas cuánto.

The End.

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Edén ||Héctor Bellerín|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora