|Romper el linaje|

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Akaza había ido a informar a Muzan Kibutsuji sobre el fallecimiento de un Pilar. Muzan ahora se había hecho pasar por un niño en una familia acomodada de la Tokio, así que entre más gente hubiera, más escondido podía estar.

Akaza creía que en realidad quien había muerto fue Kyojuro, pensando que era lógico debido a sus heridas y a la gravedad en la que lo dejó. Jamás imaginó que Hakku tomaría la responsabilidad y el sacrificio... de hecho, el demonio ya estaba imaginando cómo evadirla si ella empezaba a buscarlo para cobrar venganza como lo prometió entre gritos.

Una parte de él le temía al poder de los Takahashi, pero, sobre todo, jamás sería capaz de pelear con ella... aunque su deber fuera matar a los de ese clan de hechiceros.

—Creo que te confundes, Akaza —lo señaló, mostrando una parte de su poder para hacer sufrir al demonio pelirosa. Era demasiado perturbador ver a un niño hablar con la voz de un hombre como él —¿Qué caso tiene que solo haya sido un Pilar? Es normal que los humanos pierdan ante un demonio... ¡Yo quiero que desaparezcan los cazadores de demonios! Deben desaparecer todos... ¿eso te parece complicado?

Rompió el libro que tenía en las manos después de deshojarlo mientras hablaba.

—Me informas orgulloso de tu victoria ante un Pilar, cuando con él había más cazadores y otro Pilar... ¿no es así? —Akaza seguía temblando de dolor —. Te envié a ti porque estabas cerca, Akaza... Akaza... ¡Akaza!

Entre más veces decía su nombre, más aumentaba el dolor para él, haciendo que escupiera sangre y las lágrimas estuviesen estancadas en sus ojos.

—Me decepcionaste... —lo miró por encima del hombro —Recibiste un golpe de un cazador que no es Pilar... Enserio que la tercera Luna ha caído muy bajo. Retirate.

Y esa misma noche, Akaza volvió al bosque en donde sucedió la persecución y destrozó a golpes la espada de Tanjiro hasta que quedó satisfecho y juró venganza. Empezaba a volverse loco con la idea de que es lo que haría si Muzan se enteraba que Takahashi en este año era una mujer...

Seguramente le pasaría temporalmente la tarea a Douma, por lo loco que lo vuelven las mujeres, hasta el grado de matarlas. Esa chica, sería un festín y muchísima diversión... su espíritu en combate era demasiado bueno y esperaba verla de nuevo, seguro sus habilidades mejorarían bastante con esta perdida.

Aunque aquí estaba otra contraparte que carcomía la conciencia de Akaza, porque él había tenido a alguien que cuidar y el sentimiento de ese entonces, cuando vio morir a su prometida en sus brazos... fue el mismo que irradiaba de Hakku.

Le enojaba tanto sentirse así, que odiaba el hecho de que no pudiera enfrentarla cara a cara como tanto ella se lo pedía.


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Kyojuro

Era la tercera vez en la semana que no dormía bien y mis ojeras estaban empeorando, además de que no tenía muchas ganas de retomar mi trabajo. Una parte de mí me decía "está bien, déjalo" pero otra me decía "no puedes rendirte, por favor levántate" y no podía hacerle caso a una sin sentirme culpable después.

De todas maneras, encontraba paz en ver entrenar a mi hermano. Había recibido su katana y no cambió de color, lo cual lo puso muy triste y tuve que forzarme a hablarle como antes para que no decayera.

—No te preocupes por eso, Senjuro... seguramente es porque te falta más tiempo de preparación, ¿sí?
—Pero... ¿qué pasa si yo no soy digno? No hay nadie más que pueda tomar el lugar del Pilar de Fuego. Depende de mí que...
Le puse el índice sobre los labios y guardó silencio.
—No depende de ti, porque no es tu responsabilidad. No importa si tu katana no cambia, tu profesión será otra y eso está bien... ¿sí? Yo sigo vivo, puedo entrenar a alguien más si es necesario.

Cartas al sol ||Kyojuro Rengoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora