|Espadas de Sol|

255 28 9
                                    

Kenji

Había podido llegar hasta donde estaban los demás cazadores cuando el edificio giraba y volvía a abrir puertas, empujar muros... Vomité un par de veces, me mareaba demasiado.

Los cuervos avisaron del deceso de las tres Lunas Superiores y con una baja de Genya Shinazugawa. Si todo había salido bien con la espada, eso significaba que Hakku había aparecido tal como lo quise y su espada había sido útil para todos los demás.

Cuando abrí una puerta me encontré con ese núcleo de carne y tejidos colgando de entre las habitaciones. Varios cazadores estaban parados en los muros alrededor de eso, listos para atacar... parecía una buena idea al principio, pero tan pronto se lanzaron...

Dios...

Muzan Kibutsuji salió de ese núcleo, con la cabellera blanca y más larga, con dientes y colmillos por sus brazos y piernas y venas rojas por todo su cuerpo. Asesinó a todos y cada uno de los cazadores... Fue un baño de sangre y los cuervos llegaron tarde a pedir una retirada.

—¡No! —jadeé asustado viendo como Muzan le cortaba la cabeza a uno de los cuervos —¡Ya basta todos! ¡Retrocedan maldita sea!

Grité levantando los brazos y las ondas de energía los hicieron retroceder a los cazadores con violencia. Muzan terminó por asesinar a los cazadores que quedaban vivos y se recargó contra un muro, con una sonrisa ladina en el rostro.

—Todos ustedes... son tan inservibles...

Corrí desesperado entre los pasillos, esperando que no hubiera detectado mi presencia... hasta que en una esquina choqué con unos cazadores.

—¡AAAHH! ¡Mátalo Murata! ¡Mataloooo!
—¡Zenitsu ya suéltame! ¡No es un demonio!

Me levanté atontado y mis piernas estaban temblando. Eran cuatro chicos, Kanao sostenía a Inosuke y Murata traía consigo a Zenitsu sobre su espalda.

—¡Niños! —sonreí aliviado y me levanté —Hay que encontrar a los demás, los pondré en un lugar seguro, ¡vamos, vamos!

Aunque tuviera miedo... Gyomei me enseñó a esconderlo y usarlo como una voluntad en combate, así no se contagiará a los demás. Me enseñó a ser más valiente.

Tan pronto como pudimos nos movimos de habitaciones hasta quedar en una más estable donde les curé las heridas rápidamente a cada uno.

—Por favor, Hakku... ayuda a los vivos...

Las dos familias de Hakku y Senjuro, se encontraban orando en ese momento por la situación, trayendo para la organización de cazadores buena fortuna y sobrevivir para la mañana.

—¿Se pueden parar? ¡Rápido! Dame a Zenitsu... nos moveremos más fácil.

Cargué al chiquillo de amarillo y empecé a caminar con ellos a paso rápido siguiendo los sonidos fuertes del combate, pero no hubo mucho tiempo, porque en un estruendo todo el castillo empezó a agitarse con fuerza.

—¡¿Qué está pasando?! ¡Se está transformando! —gritó el chico jabalí empuñando sus espadas.
—¡Inosuke, alto! —llamó la niña mariposa.

El edificio entero dio un estruendo otra vez, paercía que estuvieran peleando por el control de ver quien movía o dejaba de mover el castillo. Hubo un momento de silencio y entonces.

¡BAM!

Hice una barrera para los cinco cuando el castillo empezó a moverse hacia arriba con gran rapidez y en un estallido, atravesamos el pavimento de una ciudad en medio de la nada.

El aire fresco de la noche golpeó mis pulmones y miré confundido a unas personas de un local que nos miraron con curiosidad.

—¿Buenas noches?... La luna es hermosa, ¿verdad? Jeje... ¡Ay los niños!

Cartas al sol ||Kyojuro Rengoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora