|Mi querida, Hakku|

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 Kyojuro

Los sonidos a mí al rededor comenzaron a hacerse más bajos, incluso todo lo que sentía se desvaneció como si estuviese siendo llevado a otro lugar. No sé cuánto tiempo había pasado, no sé cómo me quedé dormido ni que pasó después de que llegó Hakku.

Recuerdo con claridad toda la persecución dentro del tren con mis aprendices y cuando Akaza y yo peleamos... y después Hakku estaba abrazándome mientras lloraba con todo el dolor de su corazón. Podía escuchar su llanto y me partía el alma porque no podía hacer nada más que abrazarla...

—Kyojuro —escuché su voz y lentamente abrí los ojos, estábamos en una casa —, ¿me escuchas? Kyojuro... Hey....
—Hakku —susurré con alivio y me giré en el tatami para verla a los ojos —, ¿todo terminó? ¿dónde estamos?
—Shhh... —acarició mi mejilla —Todo está bien, ¿de acuerdo? No te preocupes.

Su voz me sonaba tan tranquila, con un eco natural y simplemente, me sentía seguro. Confiaba en ella... seguramente los kakushi nos trajeron a este lugar donde nos recuperamos y nos mantuvieron ocultos de Akaza.

—¿Y los niños? —miré a la joven con atención. Su cabello era blanco, era hermoso.
—Ellos están bien, nadie salió herido.
—Qué bueno —sonreí —, son unos niños asombrosos, de verdad.
—Lo sé —pasé mi mano por su cabello, enredando un mechón entre mis dedos —. Ven... Tienes que ver este lugar.

Al levantarnos, ambos teníamos una vestimenta diferente, no era una ropa de hospital y tampoco teníamos vendajes puestos. Era una ropa demasiado cómoda con colores claros, me toqué el pecho buscando mi collar y todavía lo tenía.

No sentía dolor, tampoco preocupación, sólo sentía el tacto de la mano de Hakku tirando de la mía hasta que salimos de la casa a un campo lleno de flores. Había un paisaje enorme lleno de árboles frutales, con un campo de flores de todos los colores, pero había más girasoles repartidos por doquier.

—¿Qué es este lugar? ¿Cuánto tiempo ha...?
—¡No hagas preguntas! ¡Mira todo esto, no te preocupes! —dijo riendo y soltando mi mano, empezó a correr hacia el campo, su vestido blanco se perdía junto con las flores y la seguí sin pensarlo.

Sus palabras me hicieron sentir seguridad de que todo salió bien durante la misión, ¡ella había logrado salvarme! Y claro que este lugar tenía que ser uno que estuviese apartado por la seguridad que brindaba... puede que hasta sea uno de los terrenos de la familia Ubuyashiki del patrón.

—¡Mientras estemos aquí no quiero que pienses en lo demás! Sólo existimos los dos aquí y ahora.

Después de ese momento tan crudo, no quería pensar en nada más que no fuese ella. Quisiera traer a mi hermano, le encantaría estar aquí y apuesto que a Sane también, quizá los dos jugarían con Mitsuri mientras hace coronas de flores para todos.

Por un momento, me sentí como cuando éramos niños... porque corríamos por un lugar parecido que estaba en el distrito. El aire era tan puro y el dolor en mi pecho no estaba más, incluso me sentía más ligero y no me lastimaba nada.

Llegamos hasta un prado, que era casi igual a donde estaba la cascada, sólo que en vez de una poderosa cascada con piedras en el fondo, había una laguna que reflejaba el hermoso sol y nubes del cielo.

—¿Qué es este lugar? ¡Es que es precioso! —dije impresionado —¡Es el mejor lugar al que he venido! Siento que podría dormir aquí por siempre, hasta las flores... ¡huelen delicioso!

—¿Verdad que sí? Mira —me puso una corona de flores en la cabeza y luego tomó una para ella.
—¡Espera! —tiré de su brazo cuando iba a correr de nuevo —¿Esto... es real? ¿está pasando realmente?
—Sí —me tomó de la mano y la deslizó hasta llegar a mi hombro. Se acercó a mí poniéndose de puntitas para besar mis labios con lentitud y cariño —¿Ves? No te preocupes.
—Es que esto es maravilloso.
—¿Quieres seguir explorando? —me dijo con una sonrisa y me tomó la mano para seguir corriendo por toda la inmensidad de ese bosque tan hermoso —¡Estamos en casa, Kyojuro!

Cartas al sol ||Kyojuro Rengoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora