𝐕𝐀𝐆𝐀𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓 | O8

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𝑻𝑶𝑱𝑰

El señor del taxi no dejaba de observar a Nova como si fuera un pedazo de carne a través del espejo retrovisor, me estaba comenzando a molestar sin alguna razón. La rubia enana estaba concentrada en su celular y totalmente distraída a la mirada lasciva del viejo, definitivamente necesita un guardaespaldas.

El taxista desvió su mirada hacia mí en el retrovisor y rápidamente la quitó al darse cuenta de que lo estaba mirando.

— ¿Qué clase de ropa usas? —preguntó mientras se acomodaba los lentes negros en la cabeza. Parecía una celebridad.

—Lo que sea está bien.

— Gracias por tu aporte a mi pregunta, me sirve de mucho, de verdad, eres muy considerado. —respondió sarcástica, rodé los ojos. A veces podía ser chinchosa.

No tenía gustos en ropa porque nunca pensé en eso, compraba lo más barato y que me quedara. No conozco nada de estilos, aunque parece que ella sí. Se veía como una ratita analítica viendo tiendas en línea y comparado mi cuerpo con diferentes prendas.

Me dio un poco de gracia verla con el ceño fruncido concentrada.

— Llegamos.

Salió primero y luego yo, me miró mal y caminó hacia la plaza. ¿Ahora qué hice? Respirar no es suficiente.

No hace falta decir que se llevó una buena cantidad de miradas apenas ingresó. Su ropa era muy... elegante, llevaba un conjunto de falda y blazer gris junto a unos tacones negros que son como botines altos, no sé cómo describir las prendas de mujeres, nunca había visto algo igual.

— Eres un caballero, nunca creí que me abrirías la puerta.

Ah, era eso. Bufé.

— A tus servicios. — respondí sarcástico siguiéndole el juego. Me miró por encima de los lentes y sonrió de una manera diminuta. Realmente sus cambios de amor eran una cosa seria.

Metí mis manos en los bolsillos y miré el lugar, era gigante y se veía caro, habían solo tiendas de marcas que no tenía ni puta idea que existían pero tenían nombres impronunciables. ¿Qué carajos con Vergacci? No solo impronunciables, también habían ridículos.

— Primero iremos por la ropa formal, luego iremos por casual y al final accesorios. — Nova tomó mi brazo con sus dos pequeñas manos mientras organizaba emocionada, no sé por qué le causaba tanta ilusión.

Me llevó de una tienda a otra, me hacía probarme distintas prendas que personalmente veía iguales y luego quitármelas porque no le gustaron, poco a poco comenzaba a perder la paciencia, pero no podía decir ni negar nada cuando era ella la que estaba gastando una cantidad ridícula de dinero en mí.

Según ella quería que vista con las mejores prendas porque sus guardaespaldas no pueden lucir como vagabundos. Parece que aún no supera el tema.

— Date la vuelta. —ordenó sentada en un sillón, hice caso a su deseo cansado — que cul- te queda bien, llevamos cinco del mismo pero diferentes colores, gracias.

¿Si ella me miraba el culo yo también puedo,  no? Aunque no hay mucho que ver de todas maneras.

— ¿Ya hemos terminado? —pregunté mientras me quitaba el saco del traje. De reojo podía ver a las empleadas cuchichear mientras me miraban sonrojadas.

De un momento a otro, Nova me jaló de la corbata de la camisa hacia ella quedando a centímetros, su respiración cálida chocaba contra mis labios y el olor a vainilla que desprendía su cabello era agradable a mi olfato.

— Yo diré cuando termine. — habló rozando ligeramente mis labios contra los suyos. Acarició mi mejilla y sonrió falsamente para luego dirigirse a pagar la cuenta.

Me quedé pasmado por unos instantes. ¿Esa mujer podía poner un rostro así de serio y ser imponente...? Eso me había prendido de cierta manera, no ha habido nunca alguien que buscara dominarme porque siempre he sido yo quien por inercia lo hacía al ser más grande y mayor. Sin embargo, Nova había jugado conmigo de tal manera que me hacía sentir como un perro que solo le pertenece a su dueña, aunque básicamente era eso lo que era.

Me di palmaditas en la mejilla. ¿Qué cojones estaba pensando? Yo trabajaba para ella, no busco establecer ningún vínculo afectivo porque aquello traería problemas.

La seguí por detrás mientras cargaba las bolsas de ropa y zapatos que había comprado para mí. Me sentía como esas niñas que tenían sugar daddy, pero en mi caso sería una sugar child porque podría ser mi hija.

—Los relojes los enviarán por domicilio, al igual que las gafas negras y algunas de descanso por si era necesario. Ya hemos terminado, pedí un taxi de regreso que llegará en cinco minutos. — se acomodó las gafas mientras volvía a mirar el aparato ese.

No sabía si el guardaespaldas era ella o yo. Por algún motivo sentía que no estaba haciendo mi trabajo bien y eso me molestaba, me estaba dando muchas cosas y no podía hacer cosas tan mínimas como esas, afectaba mi reputación aunque mi interés hacia su vida sea mínimo. ¿Trabajo es trabajo no?

Chasquee la lengua.

— Oye, puedes comprarme un móvil de esos? Puedes descontarlo del sueldo. —pregunté y ella asintió confundida. Nos dirigimos a una tienda llamada Pear.

Ella entró y se encargó de hablar con los encargados, se veía muy profesional siendo sinceros. Mi visión de ella cambiaba a medida que la conocía. Regresó conmigo mientras guardaba su móvil.

— Ya traerán un móvil, también compré una laptop para que pues, no sé, veas porno? Todos necesitamos una laptop, para algo te servirá.

—No veo porno.

—Claro que no, tú eres el porno. A pornstar, siento que ganarías mucho, eh, viéndolo bien. —comenzó a mirarme descaradamente y rodé los ojos por segunda vez en el día.

Toda la imagen se desmoronó, seguía siendo una rubia infantil.

VAGABOND ━━ Toji FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora