𝐕𝐀𝐆𝐀𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄 | O3

1.5K 185 11
                                    




Los padres suelen ser cuidadosos con sus hijas, aún más si son únicas. Mi padre era igual y lo amaba por eso mismo. Me había consentido desde pequeña y no me hacía falta nada... bueno, quizá sí me hacía falta algo y era un poco más de contacto padre-hija. Mi padre era un workaholic, un tremendo adicto al trabajo, por más que tuviera el dinero de todo el mundo seguiría trabajando. No sé qué clase de traumas haya tenido para desarrollar esa obsesión, pero yo estoy obteniendo traumas paternales por eso mismo.

Bueno, no tanto, hay veces en las que sí tenemos contacto. Aunque sean pocos momentos, lo agradezco. Por lo menos intenta reemplazar esa falta con una poderosísima blackcard. No me quejo, ya que con dinero me puedo pagar el psicólogo.

Volviendo a padre protectores, me había exigido que contrate un guardaespaldas porque sabía la situación en cuanto a las mujeres y cuán peligroso era salir sola por las calles en la noche, hasta en el día. Admito que me da temor, pero no creo que sea para tanto, llevar guardaespaldas podría ser un poco exagerado... ¿o no?

Bueno, prefería llevar guardaespaldas a que me lleven al cementerio.

—Tranquilo, papi, buscaré un guardaespaldas si eso te regula la presión ¿Sí? — intenté tranquilizarlo.

—Si estuvieras en Tokyo ya habría obligado a Gojo que te acompañe.

—Preferiría a Geto, moriría de estrés con Gojo.

—Cierto, no quiero que te quedes calva por su culpa. Nos vemos luego, mi niña, tengo que volver al trabajo.

—Adiós papi.

Cortó la llamada.

Había sido aliviante escuchar la voz de mi padre. Me sentía de buen humor.

¿Debería pedir comida a domicilio mientras me hago un skincare? Aunque sería vergonzoso abrir la puerta con una mascarilla de shrek... mejor primero el skincare y pido la comida cuando esté acabando el tratamiento.

Estaba a una cuadra de casa ya por llegar, no podía esperar a tocar mi cama. Entramos a la calle en la que vivo y paró el auto en frente del edificio, a lo lejos pude ver que el vagabundo estaba ahí de nuevo... aunque podía ver que llevaba las ropas rotas como la vez pasada. La mala vida, oiga. Me miró y voltee la mirada rápidamente mientras le pagaba al conductos, este me aceptó acariciando mi mano un poco lo que me puso incómoda.

Bien, a casa. Intenté abrir la puerta pero esta no cedía, al parecer tenía el seguro para niños.

—Señor, ¿podría quita el seguro? necesito bajar.

Dios mío, no quería tener pensamientos negativos porque no tenía batería como para mandarle la ubicación a alguien. Me estaba poniendo muy nerviosa y mis manos comenzaron a temblar. El auto comenzó a arrancar.

— Me llevaré buen dinero luego de jugar contigo.

Madre mía. Mis ojos habían comenzado a lagrimear mientras intentaba forcejear la puerta. Golpee las ventanas con fuerza pero estas no se rompían, no sabía a dónde nos dirigíamos y juraba que estaba viendo mi vida pasar por mis ojos. El miedo recorría todo mi cuerpo a la vez que gritaba y continuaba golpeando la ventana hasta que el auto frenó de golpe haciéndome chocar con el asiento delantero.

Una mano rompió el vidrio del asiento conductor y quitó el seguro rápidamente sacando del cuello de la camisa al conductor y tirándolo al suelo. No me quedé en mi lugar y me moví al lugar del frente para poder salir por la misma puerta.

Me prometí llevar un cargador portátil a todos lados desde ahora.

Mis manos y piernas seguían temblando y mis ojos soltaban lágrimas sin detenerse ni por un segundo. Observé el conductor que se encontraba en el suelo mientras ¿El vagabundo lo golpeaba? Dios mío, estaba a punto de matarlo...aunque eso no me importó mucho.

No pasó mucho tiempo que quedó inconsciente y el vagabundo se acercó a mí, parecía estar lastimado también ya que su ropa estaba llena de sangre y tenía algunas heridas en el rostro, sin embargo no creo que haya sido culpa del conductor ya que hay una gran diferencia de anatomía.

—Tú ¿Estás bien?—preguntó acercándose a mí por lo que me alejé un poco, fue una reacción involuntaria, no quería mostrarme así ante mi salvador.

— Lo s-siento no quise alejarme —hablé entre sollozos y sorbí la nariz. — Muchas gracias, vagabundo-san, no sé que sería de mí sin ti.

Y lloré más de cuclillas, estaba muy asustada.
Escuché el chasquido de su lengua y lamenté haberlo metido en esta situación.

Me calmé poco a poco y levanté el rostro, el vagabundo no se veía en buenas condiciones.

— Puedo llevarte a mi departamento, no te ves muy bien. — sugerí y el me miró levantando la ceja. Vaya, se veía guapo ahora que lo miro bien.

Bien, admito que mi perspectiva cambió desde que me salvó. Así es la psicología, qué puedo hacerle. Todo aquél que me defienda se me hace atractivo.

—Vamos.

No dijo más, pero tampoco fue necesario. Tenía una voz grave y ronca, como si fuera fumador compulsivo o algo así, me gustaba pero me daba escalofríos. Si la escucho en la noche de la nada, me cago.

Nos dirigí a mi departamento, que estaba en los últimos pisos, no dejé de mirarlo por un breve tiempo y ya en el ascensor me dispuse a pedir ropa de hombre en alguna tienda que haga envío a domicilio rápido y comida.

Llegamos a mi piso e intenté abrir la puerta pero mis manos aún seguían temblando.

— ¿Vas a estar toda la noche así? —preguntó. Me apené, pero que chingue su madre.

— Cállese usted, vagabundo. —respondí y por fin abrí la puerta. Al entrar el se quedó observando todo el lugar sin expresión alguna.

— ¿Eres una niña rica o algo así? —preguntó. Lo miré y luego me miré, creí que se notaba por mi apariencia.

— ¿No se nota?

— En absoluto. — respondió con sarcasmo. Bufé, que personalidad de mierda tenía.

— Ve a bañarte, el baño está a dos puertas a la izquierda, puedes usar la bata de baño y los implementos de higiene que creas necesario, te debo una grande. — señalé la puerta y él sin apuro se dirigió a ella ignorándome.

No me gustaba que me ignore, pero supongo que di una imagen muy débil y de niñita mimada hasta ahora... cualquiera evitaría involucrarse conmigo debido a los prejuicios existentes.

Solté un suspiro. Puede que mi padre me de dinero, pero venga que también trabajo y me gano mi salario, tengo hasta maestría y doctorado con la corta edad y he tenido diversas diplomas de mejor registro académico. Si eso no es suficiente, manejo unas cuántas sedes en Corea de la compañía de mi padre.

Era toda una mujer hecha y derecha, algo mimada, pero venga que eso es parte de mi personalidad. (Y de mi crianza, claramente me formaron así)

Escuché la puerta y supe que había llegado el pedido. Aún tenía un poco miedo de abrir y encontrarme con el conductor, pero me llené de valor porque el vagabundo necesitaba de mis recursos.

— ¿Hola?

— Hola, el pedido de ropa masculina y comida del restaurante italiano está aquí. — respondió un empleado del edificio. Que suerte, a él lo conocía.

Abrí la puerta, recibí las bolsas y cajas. Acomodé la comida en la mesa y las bolsas de ropa las puse fuera de la puerta de baño.

— Vagabundo... —toqué la puerta del baño. Escuché un sonido de su garganta. — He dejado ropa fuera del baño, si necesitas algo más, avísame.

—¿Tienes alcohol? —preguntó, lo logré escuchar a penas porque la ducha sonaba fuerte.

— Toda clase.

No respondió más así que supuse continuó su ducha. Me dirigí a la mesa y acomodé la comida en los platos y la pizza en medio, no tenía hambre, pero de seguro el vagabundo sí, por ello le dejé bastante. También saqué un whiskey del bar y lo puse en el centro junto a un vaso.

Me dirigí a mi habitación para darme una ducha rápida también, necesitaba mis velas aromáticas y mis inciensos para relajarme de todo esto.

VAGABOND ━━ Toji FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora