II

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Cuando llego al club saco el móvil y les envío un mensaje a mis amigas diciéndoles que si podían venir al club, cuando me responden se me viene abajo el mundo, me dicen que no pueden venir porque sus padres no les dejan, no era algo nuevo, literalmente hoy es martes.

Vuelvo a guardar mi móvil y le hago una señal al de la barra para que venga. Dos horas después ya he bebido mínimo 5 copas, he bailado, cantado y gritado a todo pulmón las canciones que sonaban. 

Ahora mismo me sentía mareada, no me extraña, siguen pasando los minutos y de pronto siento una aura pesada detrás de mí.

—Te invito a un trago, muñeca?— Me dice en el oído.

Me giro al momento y me quedo en shock al ver lo guapo que es, lleva el pelo negro, ojos azules oscuros muy atractivos, ropa negra. Me detengo en su cuello y veo que tiene una cadena preciosa de color oro. Llevo los ojos a sus preciosos labios y me los quedo viendo. ¿Cómo que de pronto hace mucha calor? Vuelvo la vista a sus ojos y me devuelve la mirada.

—No gracias, ya puedo pagarme uno yo sola.

—Vamos mujer, no seas aguafiestas, es una oportunidad única, la tomas o la dejas.— Escucho decir a uno detrás de él.

Me puse pálida al instante, ¿En qué momento?

Vuelvo la vista detras de el y veo a cuatro hombres altamente atractivos, con unos abdominales que te cagas, todos iban sin camisa, excepto uno, que llevaba una camisa negra arremangada por los codos y con los botones desatados.

El de la camisa llevaba pelo negro junto con sus ojos negros y pantalones ajustados. Otro de ellos era castaño, con el pelo largo y ojos marrones, otra cadena de oro. El tercero de ellos iba con el pelo revuelto castaño y ojos marrón y otra cadena de oro.

¿Qué obsesión tienen con las cadenas?

Lo que más me sorprendía no era lo atractivos que se ven, sino que uno de ellos es el chico del otro día, el mismo Liam Brangwen que me ayudo a tranquilizarme en los baños de la universidad.

—Paso.

—Venga, deja que te invitemos a un trago, haremos que esta noche sea inolvidable para ti.

Al final no sé cómo acabé cediendo, lo único que recuerdo es que insistieron mucho. Uno de los cinco le pide algo al camarero y unos segundos después me ponen una botella de Whisky delante de mí.

—Gracias.

—Denada.— Me dice y me guiña el ojo

¿Me acababa de guiñar el ojo? ¿Un chico realmente atractivo me ha guiñado un ojo? No me lo creo ni yo.

Unas horas más tarde estábamos todos en pista de baile, bailando a toda marcha, estábamos todos pasados de bebidas. Durante toda la noche nos dedicamos a bailar, beber, bailar y beber, llevábamos muchas copas de diferentes bebidas.

Ahora mismo estaba bailando seductoramente con uno de los chicos, sentía su gran erección contra mi culo y yo no dejaba de refregarme aún más contra él. Tenía un agarre posesivo en mis caderas.

—Para.— Me da una fuerte nalgada que me hace refregarme aún más contra él.

—No sabes cuanto ansió follarte tan duro que no podrás ni caminar durante una semana.

—¿Qué te detiene?

—¿Quieres?

—Sí, pero dime tu nombre.

Me aprieta fuertemente las nalgas y me dice en un tono muy ronco:— Soy Carden, mocosa.

 

Rezando en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora