III

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Mis amigas ya me están esperando para ir a la universidad, llegaba tarde, pues doña señora se olvidó de poner la alarma y adivinad que, no me entere y me desperté media hora después y por si fuera poco, mi madre me tuvo que despertar a gritos.

Termino de arreglar mi cabello y bajo las escaleras, le doy un abrazo y me dirijo a la puerta.

—Adiós cariño, pásatelo bien.

Hizo una pausa y me miro.

—¿Terminaste el trabajo de ayer?

—Sí, me costó hacerlo, pero si, lo acabe,

—Vale cariño.

Salí de casa tan rápido que casi me caigo cuando veo a mis amigas justo delante de mí.

—¡Joder, qué susto!

—Venga, tardona, que vamos a llegar tarde.

Empezamos a caminar las cuatro juntas. Hoy también ha venido la prima de Briella con nosotras, ya compartimos un montón de momentos juntas y sinceramente me cae genial y, hoy, justamente, ni María ni Ellie han podido llevar sus coches.

Luego de unos cuantos minutos, llegamos, nos dirigimos a la entrada y me detengo el seco al ver a las cinco personas que yacen hay. Están hay los cinco chicos del club a tan solo unos pasos de nosotras, y me están mirando fijamente.

—¿Qué pasa?— Me pregunta Ellie, mirándome.

—¿Esos son los chicos nuevos?— Les pregunto, señalando a los chicos.

Ambas fijaron la vista en ellos y luego me miraron fijamente como si quisieran averiguar algo, al final Ellie asintió.

—Ah, sí, nos lo dijeron la semana pasada, cuando tú faltaste, ¿Por?

—Por nada, vámonos ya.

Retomamos el paso y cuando pasamos por delante de los chicos me miran y sonríen. Llegamos al patio y nos sentamos en un banco. Aún faltaban unos minutos para entrar.

—Tengo que contaros algo.

—¿Qué pasa?

—Prometedme que no diréis nada.

—Te lo prometemos.

Me quedo en mis pensamientos por unos minutos, por mucha confianza que tenga con ellas no podía estar segura de que me guardaran el secreto por muy amigas que seamos, al final, lo pienso por un poco más y digo:

—Me acosté con ellos.

—¡¿Qué?!

Abren los ojos como platos y empiezan a gritar y a dar saltitos, cuando por fin se sientan, me miran y sueltan lo que esperaba que dijeran:

—¡Queremos los detalles!

Asiento y empiezo a hablar.

—El día que os envíe un mensaje para preguntaros si podíais venir al club, para ese entonces Rider y yo ya habíamos terminado, bueno, en todo caso yo quería estar más tranquila, porque llore y mucho, me escape de casa y no sé cómo paso, que me acosté con los cinco.

—Omg.

—¿Os acordáis del chico del baño?— Asienten.— Él fue la otra persona con la que me acosté.

—¡Hay tía! ¡Has cumplido mi fantasía favorita!

Al final decido pedirles ayuda porque necesito sacármelos de la cabeza.

—Necesito otra mini ayudita.

—¿Que pasa? ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?

—Es que no sé cómo llevar esto, la increíble tensión sexual que tenemos, no es normal, nada normal. Quiero sacármelos de una vez de la cabeza.

Rezando en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora