KIARA

A lo lejos veo a mi padre y voy corriendo hacia él apresuradamente.

—¡Papa!

Me da un fuerte abrazo y, cuando nos separamos, fija la vista en las dos personas que están justo detrás de mí.

—Hija... ¿Quiénes son estos? Te dije que vengan tus dos amigas.

—Ellas no han podido venir, en todo caso, ellos son mis novios.

Papá abre los ojos como platos y se queda en estado de shock. Y, al final, termina reaccionando y extiende la mano hacia Carden.

—Soy Hank Dankworth, padre de Kiara.

—Igualmente, yo soy Carden y él es Cayden.

—Sois hermanos, ¿Verdad?

Asienten y papa les sonríe.

—Bueno... vamos a irnos ya.

Asiento y los cuatro nos subimos a un Taxi y, para cuando llegamos a casa, mis abuelos ya están en el porche esperándonos. Me acerco a ellos y les doy un fuerte abrazo.

—Hola abuelos, ellos son Cayden y Carden Brangwen, mis novios. Ella es Anisa y él es Hesper, mis abuelos.

—Encantado de conocerles, un gusto.— Cayden les extiende la mano y ellos la reciben.

—¿Dónde nos vamos a quedar a dormir? — Pregunta Carden.

—En esta casa no hay demasiadas habitaciones, por lo que podéis dormir los tres juntos.

—Eso lo hacemos cada día, y también...— Le tapo la boca para que no siga hablando y me chupa la mano.

—¡Qué asco das, Cayden!

Nos reímos y nos dirigimos a nuestra nueva habitación por estas dos semanas.


Llevamos dos días aquí. 

Los sábados estamos obligados a ir al autocine con mi padre y los domingos tenemos que ver una película religiosa con mis abuelos.

Básicamente, lunes a viernes lo que queramos y sábado y domingo lo que ellos digan. Y además tenemos el visto bueno de ellos.

—¿Estás lista?

Asiento y me poso delante del espejo, con Cayden a mi izquierda y Carden a mi derecha. Cayden posa sus manos en mi pequeña cintura y Carden las posa alrededor de mi cuello. Tomo la foto y me exigen que se la pase.

Tenemos una obsesión con tomarnos fotos sexys los tres juntos.


CARDEN

Kiara está demasiado borracha.

Cayden se ocupa para que Kiara camine de una vez por todas. Se tropieza y se cae al suelo, cosa que hace que Cayden empiece a soltar maldiciones a diestra y siniestra.

—¡Levántate!


No sé qué coño se ha tomado, pero lleva dormida más de quince horas y sigue sin despertarse.

—¿Qué hacemos? ¿La dejamos dormir o la despertamos?

—Despertémosla con un susto de buenas tardes.

Rezando en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora