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CAYDEN

Cuando abro mis ojos con lentitud, contemplo a la hermosa chica sobre mi pecho, tan desnuda y expuesta para mí...

Tengo la necesidad de taparme con la manta para que no pueda notar mi erección, que está empezando a engordarse.

Le acaricio el cabello muy suavemente y, cuando abre los ojos con lentitud, me mira y me pierdo en esos preciosos ojos color miel.

—Buenos días, dormilona.

—¿Qué hora es?

—Las 6 am, duerme un poquito mas.

Le doy un beso en la cabeza y apoyo mi mejilla sobre su cabeza mientras le sigo acariciando el pelo.

—Cayden.

—¿Uhmm...?

—¿Cuanto te mide?

Su pregunta me deja perplejo, ¿A que viene esa pregunta?

 Creo que ya se la respuesta, solamente ahí que seguir el rumbo de su mirada, y esta sobre mi polla ya erecta.

—Tu polla está más despierta que tú.

—Erecciones matutinas, acostúmbrate.

—Va en serio, ¿Cuánto te mide?

—¿En serio quieres saber?

—Solo pregunté.

—No sé, ¿Me ayudarías a medirla?

—¡Cayden!

—Hasta a mí me da curiosidad saber.

—Pues levántate, te la pienso medir ahora mismo.

—¿Estás loca?

—Sí. Levántate ya y tendrás un premio.

Felizmente, me levanté y me puse en pie mientras veía a mi novia agarrar una regla de mi escritorio y acercarse a paso lento hacia mí.

—¿Segura que quieres hacer esto?

—Segurísima.

Se arrodilla ante mí y veo como lentamente mi bóxer cae  y pone ligeramente la regla sobre mi polla. Pasan unos segundos en los que se queda con la boca entreabierta con el resultado.

—¿Y bien?

—Treinta y tres centímetros.

—Joder, sí que ha crecido, la última vez me medía treinta centímetros.

—¡¿Treinta?! ¿Cuándo te la mediste por última vez?

—Hará unos cuatro o cinco meses.

Quiero que me la chupe de una vez por todas y poder follármela ya.

Para provocarla y empezar con mi plan maestro, echo mi cabeza hacia atrás y me despeino ligeramente el cabello largo.

Kiara finalmente entiende mis indirectas, se lame los labios y sus dedos se cierran en torno a mi polla y suelto una maldición al tiempo que vuelvo a echar mi cabeza hacia atrás y cierro los ojos.

Da un apretón a mi polla, familiarizándose con él y tensándome en menos de un segundo cuando su mano comienza a moverse sobre mi polla con agilidad. 

—¡Joder!— Nuestras respiraciones estaban demasiado aceleradas.

Mierda. La quería demasiado.

Mis caderas se movían acorde a sus caricias, ondulando el compás de su mano. No aguanto más, estaba cerca y quería que me la chupara de una vez por todas.

Rezando en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora