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Con algo de nerviosismo e inseguridad Keonhee se sienta en la cama del mayor, este le trae un vaso con agua y se lo entrega.

Keonhee bebe un sorbo y lo deja sobre el mueble junto a él, quisiera levantarse y salir de ahí, pero sus pies no responden a su mente.

Seoho se sienta a un lado y toma su mano, acaricia con el pulgar el torso de su diestra dibujando círculos.

Definitivamente es hora de parar todo.

Pero el agarre intensificándose lo incita a callar, las caricias sobre su mano lo calman a momentos sin saber por qué.

─Keonhee, ¿Quieres hablar de lo que pasó? ─pregunta el padre inseguro.

─No entiendo cómo puede estar tan tranquilo, la gente tiene razón, solo llegué a corromperlo.

─No hiciste nada, ¿Por qué no puedes entenderlo? Quise besarte, de hecho, todavía quiero, no tuviste nada que ver.

─Ja, no es verdad ─contradice quitando su mano rudamente y oculta su cara─ Padre, me gusta, ¿Bien? Sé que está mal, pero no pude evitarlo, aunque lo intenté.

─Ya te lo dije, me gustas también.

─No podemos hacer nada al respecto, usted tiene una vida decidida y yo no encajo en ella.

Seoho entiende a lo que se refiere, se supone que eso está mal pero su apertura de mente siempre ha estado antes que sus creencias.

No cree que la mujer deba someterse al hombre.

No cree que la homosexualidad sea mala.

No cree que quien no crea en Dios ira al inferno siempre y cuando sea buena persona.

En fin, una serie de cosas que considera incorrectas por las que cuestiona su religión más nunca su fe, porque su mente y su corazón están con Dios.

Gira levemente, eleva la mano donde tiene la de Keonhee y la lleva al costado izquierdo de su pecho.

─Mi corazón late igual que el tuyo, no puedes decir que estoy equivocado si me muero por tenerte, no me refiero a que te entregues a mí en forma carnal, solo quiero que me dejes cuidarte, has estado tanto tiempo por tu cuenta que creo que necesitas un respiro.

Keonhee agacha la cabeza sobre el pecho desnudo del padre, este acaricia su cabello con ternura sintiendo como el alma de Keonhee se libera de la culpa.

O al menos es la interpretación que él le da.

─Recuéstate, duerme que es muy tarde.

Keonhee se niega y se levanta de la cama, limpia algunas lágrimas y lo observa fijamente intentando saber qué hacer.

Está en un gran dilema.

─Descanse, lo veré al amanecer en la iglesia.

─Quédate ─insiste poniéndose de pie y lo toma de la cintura─ por favor.

Keonhee quiere negarse, pero los labios del contrario hacen lo suyo de nuevo impidiéndole cualquier movimiento, sus manos van a su espalda y lo acaricia levemente.

Su piel desnuda le da una sensación cálida, claro que siente deseo por el hombre que lo ha protegido pero el sentimiento de ser querido es más fuerte.

El mayor gira dejando a Keonhee al pie de la cama y empuja levemente haciendo que ambos caigan al colchón.

Lo atrapa entre sus brazos quedando sus rostros enfrentados, se dedica a admirar la belleza del joven que tanto admira.

─ ¿Te quedarás? ─pregunta sonriendo.

Keonhee asiente mordiendo su labio inferior y el padre no aguanta más para volver a sus labios.

Mi Religión [Seohee]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora