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─ ¿Perdón? ­ ─Pregunta Keonhee algo nervioso.

─No temas, no voy a juzgarte, ya me confesaste a lo que te dedicas y no lo hice así que confía en mí.

─Bueno ─Dice rascándose la cabeza─ pues, me gustan los chicos, pero creo que eso pudiste, perdón, pudo deducirlo.

─ ¿Sabes? Siempre me causó un conflicto que ese sea considerado un pecado, el amor es lo más puro del mundo y que sea etiquetado como malo solo por amar a alguien más no parece justo.

─No, tiene razón.

La iglesia se quedó en silencio dejando un rastro de paz con ello, si bien están callados no es algo incómodo.

Keonhee tiene mucho en que pensar, sabe a lo que ha ido, sabe lo que tiene que hacer, pero ahora no se cree tan capaz de poder llevar a cabo su trabajo.

Y es que ese padre no parece uno cualquiera y no solo es por lo joven y atractivo que le parece sino por la paz que le da con cada una de sus palabras.

Quisiera poder creer que esto podría durar lo suficiente.

─ ¿Seguro que no hay nada de lo que te arrepientas? ─pregunta el padre de repente.

─La verdad es que sí, de muchas cosas- ─confiesa derrotado─ me arrepiento de tener que recurrir a complacer a desconocidos por unos billetes, me arrepiento de no ser lo suficientemente fuerte como para proteger a las personas que amo, me arrepiento de no poderle decir a mi hija que soy su padre porque si se entera de mi trabajo se sentirá decepcionada de mí, me arrepiento de la vida que elegí para poder salir adelante y hago eso cada día desde hace años.

Sintió unos largos brazos tomarlo por la espalda acercándolo a un cuerpo cálido que le da la protección que hace tiempo no encontraba, estaba tan metido en sus pensamientos que no notó si quiera cuando salió del confesionario.

Ni siquiera sintió cuando las lágrimas empezaron a brotar por sus palabras.

─ ¿Por qué puedes sacar a la luz lo realmente débil que soy? ─dice Keonhee ocultando su rostro en el pecho del más alto─ acabo de conocerte.

─No eres débil, solo estás cansado de ser fuerte ─afirma sin soltarlo─ y no sé porque sientes tanta confianza conmigo, pero lo agradezco, eres una persona maravillosa Keonhee, no olvides eso.

─Pero, pero, ¿Tu no ves lo que soy? Soy malo.

─No lo eres, las circunstancias de la vida te orillaron a tomar decisiones difíciles, si es que quieres, puedes cambiar de vida.

─No lo entiendes, es lo único que sé hacer.

─No lo creo, hiciste un gran trabajo ayer, ¿Lo recuerdas? Limpiaste todo muy bien, ¿Por qué no dedicarte a eso?

─Te lo dije, tengo una hija y no puedo darme el lujo de ganar tan poco.

─Por algo se empieza.

Keonhee se aleja un poco y Seoho lo hace también, pasa con uno de sus dedos el rostro húmedo del más bajo haciendo un camino que limpia las lágrimas que parecían no tener fin.

Keonhee no suele llorar, no suele doblegarse ante nadie.

O eso pensaba.

─ ¿Te sientes mejor?

El menor asiente silenciosamente y da un paso atrás alejándose más para evitar que lo toque.

Seoho da un suspiro y camina a la misma puerta del día anterior, regresa y le extiende un sobre a Keonhee.

Mi Religión [Seohee]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora