05

145 18 15
                                    

─Y de nada sirve predicar, orar, venir a la iglesia cada domingo sin falta si allá afuera son malas personas, gente sin misericordia ni bondad ─exclama el padre a los presentes─ eso, es ser un hipócrita, por eso espero que cumplan con la voluntad de nuestro señor y sean personas decentes, que no juzguen ni que hagan maldades.

A penas lleva un par de semanas y se desenvuelve como si alguien con mucha experiencia se tratara, siempre ha creído que lo que de verdad quiere Dios es que la gente sea buena, que prediquen justicia y misericordia.

Que no caminen por ahí con una bandera de buena persona solo por el hecho de asistir a la iglesia y que eso les da el derecho de juzgar a las personas cuando no es así.

Porque ningún mortal es perfecto.

Al terminar la misa y cerrar las puertas de la iglesia decide dar otro paseo por las calles de su nueva localidad, se podría decir que, aunque es un hombre de religión tiende a cometer cosas que los demás considerarías como malas.

Pero que él sabe que no es así porque le sirve a Dios de la manera más pura que puede y eso es dando amor y mostrándose gentil ante los que lo necesitan.

Pasea por las calles siendo saludado por quienes lo reconocen, con el tiempo se ha adecuado al ambiente, conociendo las tiendas cercanas y los mercados para comprar lo necesario.

Desde que llegó el mismo se ha puesto una misión, sabe las condiciones en las se encuentra el vecindario, pero no tiene miedo, todos son hijos de Dios después de todo.

Va de regreso a su vivienda que está cerca de la iglesia cuando se encuentra con un joven que está sentando en una banca mientras lee uno de los panfletos de la iglesia.

Ese chico le resulta familiar.

─Hola ─saluda haciéndole compañía.

─Hola ─responde el contrario sin alzar la mirada─ si quieres un trabajo espera un segundo que quiero comprender esto.

─ ¿Puedo ayudar?

─ ¿En qué podrías? ─pregunta por fin alzando la vista encontrándose con el sujeto que ayudó la última noche─ oh, creo que te conozco.

─Me ayudaste a encontrar una tienda hace unos días.

─Ah, entonces eres tú, ¿Qué tal todo? ─pregunta volviendo a la lectura─ no creas que no te estoy escuchando, no es que sea grosero, pero quiero comprender unas cosas.

─No hay cuidado, ¿Qué quieres entender?

─Bueno, hace mucho que no vengo a la iglesia, no sé leer la biblia y me encontré este folleto en la banca, creí que sería más fácil entenderlo, pero aún tengo dudas.

─ ¿Cómo qué?

─Bueno, ¿Por qué ese tal Jesús se sacrificó en la cruz? No es como que se hayan portado bien con él, ¿Por qué alguien se sacrificaría por alguien más?

─Fácil, por amor ─responde con una sonrisa─ de verdad pareces estarte esforzando por comprender la palabra del señor.

─Eso espero, he querido venir a la iglesia, pero no entiendo un carajo y no quiero parecer un ignorante, ¿Qué significa "Santos oleos"? ─pregunta mientras sigue leyendo el folleto.

El más alto ríe enternecido por lo que sucede, ese chico de verdad parece estar intentándolo.

─Deberías ir a la iglesia, estoy seguro que aprenderás mucho.

─Tú no entiendes, ahí va gente a la que no le agrado y no quiero darles más armas para que me juzguen, si voy a ir quiero estar preparado.

El padre asimila la información algo serio.

─ ¿Por qué te juzgarían?

─Bueno, aquí vamos ─dice resignado alzando la cabeza─ soy prostituto, ¿Bien? No me enorgullece, pero es lo único que sé hacer, hay personas ahí dentro que saben a lo que me dedico y no espero una bienvenida precisamente, si voy preparado no tendrán motivos para echarme o para acusarme con el padre para que lo haga él.

El mayor por fin comprende lo que quiso decir.

─Por eso el ofrecimiento.

─ ¿Qué?

─Cuando llegue, me dijiste que si quería un trabajo lo harías más tarde porque estabas ocupado.

─Oh, eso, sí, disculpa por eso no sabía que eras nuevo ─se disculpa volviendo a la lectura─ pero gracias por todo, supongo que ahora te irás.

─No, ¿Por qué lo haría?

─Bueno, te dije lo que hago y que ya tengo una fama por aquí, no querrás que te vean conmigo.

─No me molesta en absoluto ─responde poniéndose de pie─ es más, ven conmigo, quiero un trabajo.

─Ah, era eso- ─contesta con obviedad ─lo siento, sigo ocupado.

─Lo sé, pero si me ayudas prometo pagarte además de ayudarte a entender la biblia y sus enseñanzas.

─ ¿Sí?

─Claro, ven, es aquí cerca.

El bajito asintió algo extrañado y se puso de pie, es la primera vez que intercambiara sexo por algo de información y más siendo algo tan delicado como la biblia.

Incluso parece contraproducente.

─Soy Seoho por cierto ─se presenta empezando a caminar.

─Keonhee ─responde siguiéndolo─ ¿Hace cuánto que vives por aquí?

─Un par de semanas.

─Vaya, que loco que alguien quiera vivir aquí.

─No es tan malo.

─ ¿Qué no es tan malo, pero sí...? ─sus palabras murieron en su boca al ver que se acercan a la iglesia─ ay no, eso sí que no.

─ ¿Qué sucede?

─Mira, entiendo que hayan fetiches extraños y eso, pero no pienso hacerlo fuera de la iglesia.

─No será fuera de la iglesia, entraremos.

─ ¿Qué? Eso es peor ─exclama empezando a retroceder─ lo siento, que no entienda estas cosas no significa que no respete y no, no lo haré.

─Tranquilo, no es lo que piensas, Keonhee ─insiste sonriendo─ verás, lo único que quiero es que me ayudes a limpiar, las ventanas están muy polvosas y hay muchas flores que ya deben ser cambiadas.

─ ¿En serio?

─No mentiría con algo así.

Keonhee asintió más calmado y espero a que abra las puertas, al hacerlo entró siendo cuidadoso, tiene miedo de romper algo.

─ ¿Tú trabajas aquí o algo así? ─pregunta Keonhee mirando los ventanales.

─Algo así.

─Vaya, y yo hablando de esas cosas contigo, no le digas al padre por favor.

─ ¿Por qué?

─Es que soy, bueno, ya te lo dije y no quiero que tenga una idea mala de mí.

─Créeme, estoy seguro de que lo entenderá ─afirma señalando una puerta─ detrás de ahí hay algunas cosas que puedes utilizar para la limpieza, en cuanto termines te pagaré.

Keonhee asintió y fue a donde lo mandaron, es el trabajo más decente que ha tenido y extrañamente le gusta, no tiene ningún problema con limpiar o cosas por el estilo así que lo hace con gusto.

Limpia los ventanales, cambio el agua en los floreros y hasta sacudió los asientos de madera, todo ante la vista del alto.

Se extraña de que alguien que predica esas palabras haya confiado en él siendo que le confesó a lo que se dedica, pero se siente bien encontrar alguien además de su hermano y su cuñado que no lo juzguen sin conocerlo.

─Disculpe, padre, quería saber si puedo confesarme ─pregunta una señora entrando a la iglesia.

Keonhee voltea buscando al nombrado cuando ve que se acerca a Seoho.

¿Padre?

Mi Religión [Seohee]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora