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Seoho, ya listo para partir, mira el reloj sobre la pared de su habitación, escucha el tic toc sonar.

Casi es su hora de salida y el pequeño chico que roba sus suspiros no ha llegado.

Debería sentir remordimiento, la vida que tanto le ha costado se ve poco a poco derrumbada por el cariño que le tiene a Keonhee, pero no se siente del todo mal.

Obvio conoce los riesgos y lo que implicará rendirse ante sus sentimientos, pero para este punto no está tan seguro de que sea malo aceptar las consecuencias.

Su vida estaba vacía antes de aceptar la religión para llenarla, pero parece que ese hueco cada vez se hace más grande y más difícil de satisfacer.

No sabe hasta qué punto está dispuesto hacer o que tan lejos quieren llegar sus intenciones con Keonhee, algo pasajero sabe que no, el lado físico tal vez lo desea, pero esto que siente va más allá de ello.

Lo sabe porque cuando lo vio supo distinguir lo atractivo que es, pero no llamó su atención, no fue hasta que lo conoció de verdad que sus pensamientos empezaron a tornarse confusos.

Llegó la hora.

Algo decepcionado se levanta de la cama y sale de su casa rumbo a la iglesia, tal vez esperó de más.

No lo culpa, fue tan repentino que ni él sabe lo que sucede así que tratará de estar bien, solo llegará, hará su deber y esperará a Keonhee.

No piensa que haya sido un error revelar sus sentimientos, incluso el bajito admitió sentirse atraído lo que le dio esperanza, pero no parece querer hacer algo al respecto.

Seoho lo entiende y no quiere obligarlo a nada.

Así que opta por conformarse viéndolo hasta que tenga que cambiar de residencia.

Pero parece que el destino está contra sus planes.

Las horas pasan, la gente entra para comenzar las actividades de hoy.

Pero Keonhee no llega.

Normalmente es muy puntual, le gusta hacer las cosas bien y tomarse su tiempo para ello por lo que suele llegar temprano, pero esta vez no.

Es una mala señal.

Seoho hace lo suyo con un rostro sereno escondiendo su mente enloquecida.

Tal vez no quiera verlo más, esta es su manera de rechazarlo sin necesidad de volverse a acercar.

Ahora si se arrepiente de haberle dicho sus sentimientos, antes por lo menos podía verlo.

Pero pase lo que pase espera que pueda encontrar un buen trabajo, uno donde no tenga que dar sus caricias a cambio de efectivo, no lo juzga, pero no parecía feliz.

Y él quiere que sea feliz.

Una vez sus deberes terminan con las horas pasando más lentas por la ausencia de su protegido cierra apropiadamente y camina a casa.

Llega, abre la puerta y entra.

El olor de la comida recién preparada no está presente, así como el calor reconfortante.

Y la voz de un pequeño chico dándole la bienvenida.

Se le escapa un suspiro triste y se dirige a su habitación, hay muchas cosas que tendría que hacer, pero no quiere ocuparse de nada hasta que su mente esté tranquila.

Se quita sus ropas siendo cuidadoso con ellas y se recuesta en la cama sin importarle estar en bóxer, solo quiere descansar.

Se siente triste, pero le desea lo mejor a Keonhee.

Mi Religión [Seohee]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora