Prologo

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La brisa de la noche se llevaba el humo del cigarrillo por la ventana del taxi, mientras este avanzaba con mayor velocidad de la habitual, 3 a.m. , carreteras vacías, edificios apagados y mientras el vehículo avanzaba, las calles suburbanas empezaban a aparecer, llegando a la dirección indicada, el pelinegro salio del vehículo pagando la tarifa y tocando la puerta, logro observar un poco de aquel lugar, más pequeño de lo que esperaba.

Y mientras los primeros centímetros de la puerta eran abiertos, el pelinegro logro divisar a un joven de cabello castaño claro, con un manojo de pecas cuidadosamente ubicados por su rostro, acompañadas por unos labios y una mirada que gritaban inocencia, mientras tanto un castaño quien se veía con un claro nervioso, termino de abrir la puerta.

- ¿Tu eres Nick? - pregunto sin rodeos el pelinegro, recibiendo solo un asentimiento como única respuesta a su interrogante. - No pareces de 21. - comento lo obvio

- Si, puede que tal vez haya mentido en eso, en mi defensa tu no pareces de 20. - soltó en un intento de ganar valentía.

- Eso es porque no tengo 20. - sonrió entrando al lugar acercándose al contrario haciendo que este retrocediera con nerviosismo, cerrando la puerta, el pelinegro inicio un bucle, el daba un paso adelante y el contrario daba uno hacia atrás, uno adelante y uno hacia atrás, así hasta que terminaron en el sofá del castaño.

Quien en un último intento porque esto saliera como lo tenía planeado, se lanzó y beso al pelinegro, acostando la mitad superior de su cuerpo en el mueble, subiendo un poco por su cuerpo se dedicó a besarlo, quedando maravillado con la habilidad de la lengua del contrario, no queriendo separarse de su boca por lo que restaba de la noche.

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La respiración del castaño era acelerada, al igual que sus latidos y el dulce hormigueo que aún sentía en las piernas, todo mientras aún podía sentir los espasmos del climax que había tenido hace ya un par de minutos, soltando un suspiro de alivio sintió el otro lado de la cama moverse, abriendo los ojos en la dirección donde debería estar el contrario, lo diviso sentado en la cama tomando su camiseta y poniéndose esta, y mientras su respiración se aceleraba, le llegó un pensamiento claro, no quería que se fuera como si nada, tal vez no lo conocía de nada y no lo volvería a ver en su vida, pero no quería que la primera persona con la que compartió un momento tan privado se fuera con tanta rapidez, tomando el valor suficiente se levantó y tomo su hombro, provocando que el contrario voltee, abriendo la boca logro musitar un suave:

- Quédate. - soltó esperando que el pelinegro fuera convencido por sus palabras.

- ¿Quieres otro round? - pregunto sugerente al ver la insistencia del castaño por alargar su estadía.

- Ammm, no. - pronunció dejando confundido al contrario. - Solo, es que yo...me gustaría...es que...me gustaría que durmieras aquí, ¿Por favor?

- soltando un suspiro cansado luego de pensar en la propuesta un par de segundos, se recostó de nuevo, poniendo su cuerpo de lado, se dedicó a observar al castaño. - Está bien. - acepto, no sin antes decir con claridad. - Pero me iré mañana por la mañana.

- asintiendo imitó la acción del contrario. - No hay problema

- ¿Cuando dijiste que vuelve tu madre? - pregunto aquel detalle vital que el contrario le comento momentos antes de entrar a la habitación.

- Está fuera de la ciudad el resto de la semana, no te preocupes. - pronunció, siendo estás las últimas palabras que el castaño dijo antes de caer dormido en los extrañamente reconfortantes brazos del pelinegro.

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A la mañana siguiente, fiel a su palabra, el pelinegro ya no estaba cuando el castaño despertó, dando vuelta a su cuerpo y observando el techo, empezó una culpa tremenda, intentando idear alguna manera de decirle a Charlie todo lo que había pasado, el hecho de haber instalado Grindr, el haber iniciado un chat con un completo desconocido y lo peor de la situación, un hecho que por más que se esforzaba seguía sin comprender, el hecho de que si le dieran la opción de volver a revivir los sucesos de la noche anterior, aceptaría sin pensarlo, no con cualquiera obviamente, sino con "El" pues los brazos de aquel pelinegro, junto a su toque, sus besos y sus dulces susurros se habían enterrado en lo más profundo de su ser, haciendo que quisiera experimentarlo una y otra vez, hasta el día de su muerte.

𝐋𝐎𝐓𝐓𝐔𝐒 𝐅𝐋𝐎𝐖𝐄𝐑 | 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒𝐓𝐎𝐏𝐏𝐄𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora