Entre Francia y Bogotá

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Nota: Canción del capítulo «You go to My head»

«Te quedas como un estribillo
Y te encuentro dando vueltas
En mi cerebro
Como las burbujas en una copa de champán
Vas a mi cabeza».

*

A la mañana siguiente, despertó lo bastante temprano como para llamarle a sus padres. Ya iban a ser tres meses de su estadía en Cartagena, los más felices y liberadores hasta ahora. O más bien, hasta el mensaje de Mendoza.

- Hola, mamá, ¿Qué tal todo por allá en la casa? - dijo cuando oyó desde la otra línea la voz de su madre.
- Hola, mamita. Todo perfecto. Ayer nos quedemos esperando tu llamada, mija.
- Ay, sí, lo sé mamita, es que me inscribí en un club de lectura y me quedé hasta muy tarde leyendo el libro de turno.
- Ay, me alegro mucho, mija. Su papá está como loco pensando en que ya lleva mucho tiempo en Cartagena. Que debería volver luego...
- Ay, mamá. Dígale que yo estoy perfectamente y que todavía me queda un poco de tiempo acá. Que no se preocupe tanto por mí, yo ya soy lo bastante adulta como para saber valerme por mí misma.
- Yo lo sé, hijita. Yo lo sé...
Después de varios minutos de conversación charlando sobre Cartagena y los panoramas que había hecho los últimos días, decidió que era momento de desayunar, así que se despidió cariñosamente, colgó el teléfono y fue a prepararse de desayunar.
Desde su cambio de imagen Beatriz estaba mucho más pretenciosa con su cuerpo, así que ahora cuidaba de alimentarse bien y respetar la línea; aunque siempre había sido esbelta.
Decidió que lo mejor para desayunar hoy sería un batido de frutas acompañado de unas tostadas de pan integral con semillas.
Mientras las tostadas adquirían el moreno perfecto, Betty se acercó a la sala para prender el equipo de sonido, puso su estación de radio favorita, donde solo tocaban jazz, en el instante en que la sintonizó estaba tocando «You Go To My Head» interpretado por Frank Sinatra. Subió el volumen y fue a la cocina a chequear el estado de las tostadas que había dejado cocinándose.
Tiempo después se sentó en la encimera para disfrutar del rico batido y las tostadas.

Hoy quería disfrutar el día al máximo así que a penas terminó su desayuno dejó los trastos en el lavavajillas y preparó sus cosas para una placentera tarde en la playa leyendo su libro y aprovechando el sol.
Se vistió con su vestido celeste, unas sandalias blancas muy cómodas y con poco tacón, un sombrero para el sol y por supuesto llevo una bolsa de tela pintada a mano que se compró en una feria de artesanos de la ciudad. Esta bolsa tenía pintada una flor de loto acompañada de una frase que decía:
«Sé como la flor de loto: renace cada día e impote ante la adversidad...»
Esto le hizo mucho sentido cuando vio la bolsita en el puesto, así que no dudó en comprarla al instante.

*

Mientras tanto en Venezuela, Armando comenzó su día muy temprano en la mañana, puesto que tenía presupuestado un vuelo a las ocho en punto. Razón por la cual, se levantó a las seis. Estaba muy ansioso, lo único que quería era llegar a Bogotá, hablarle...discutirle a Nicolás porqué jamás le había dicho nada sobre el viaje de Betty ni se le consideró a la hora de tomar la decisión de su salida temporal.
Eran 3hrs. con 52 minutos los que lo separaban de saber el paradero de Beatriz, la hora pasaba lento y se sentía como una agonía que agobiaba su mente y su calma... ¿Cuándo había estado así por alguien? Jamás. Ni siquiera por la misma Marcela.

Mientras tanto, Nicolás, que se encontraba en la empresa desde antes de las ocho; a eso de las diez recibió una llamada bastante particular ¿De quién sería?
Por otro lado, Beatriz disfrutaba de su lectura, eran ya las 11.30 de la mañana (para ese entonces Armando seguramente llevaba un par de horas de vuelo). Ella estaba tan adentrada en su lectura que le fue imposible percatarse de algo que alteraría su calma por completo. Michel había llegado hace unos días de la visita que hizo a sus padres en París, así que aprovechó esa vacación para comprarle un suvenir a Betty. Cuando llamó esta mañana a Ecomoda para preguntar por ella le contestó Aura María y le informó que ella se encontraba en un viaje de estudios, pero que si quería más detalles podía conversarlo con Nicolás, quien por el momento estaba a cargo de la empresa y sabia todo sobre su amiga.
En realidad ella también sabía sobre su paradero, pero en el tiempo que llevaba como asistente de presidencia aprendió que la discreción era una de las mejores cualidades. Así se evitaban posibles problemas y malos entendidos.
Finalmente habló con el doctor Mora y éste le entregó más detalles de dónde podía hallarla.

Cartagena, tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora