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Era tan guapo.

Li Qin miró al tipo por el rabillo del ojo mientras limpiaba la mesa, a unas pocas mesas de distancia de la que ocupaba él.

Dios, si tenía novia –y todos los apuestos siempre tenían novias– sería una chica afortunada. Li Qin no pudo evitar mirarlo, mientras que el tipo sonreía ampliamente y comentaba algo a quienquiera que estuviera al teléfono.

Tenía una sonrisa tan hermosa, toda hoyuelos y blancos dientes, la sonrisa añadía color a sus ojos negros. Tenía que estar al principio de la veinte, cercano a su edad.

Tenía el pelo negro, peinado cuidadosamente, diseñado y un rostro muy atractivo, pero sin ser intimidantemente guapo –el tipo de rostro al que querrías mirar y sonreírle.

Su altura era perfecta para ella también: alto, pero no demasiado alto. Estaba en forma y tonificado pero no demasiado musculoso. Simplemente perfecto.

Li Qin suspiró soñadoramente.

Tras suyo, alguien resopló, y ella volteó.

Ziyi, otra camarera, estaba sonriendo.

–Hermoso, ¿verdad? Pero está muy lejos de nuestras opciones.

–Si no lo intentas, nunca lo sabrás –dijo Li Qin encogiéndose de hombros. Puede que no pareciera una modelo, pero sabía que a los hombres les gustaba.

–¿No lo reconoces? –dijo Ziyi, arqueando las cejas– Sé que eres nueva por aquí, pero... no es un chico cualquiera. Es uno de los solteros más deseados del país.

Li Qin miró a la chica con curiosidad.

–¿De Verdad? ¿Quién es él?

–Xiao Zhan, el único hijo y heredero del Conde de Chongqing– dijo Ziyi.

Oh.

Li Qin habitualmente no sabía mucho sobre la aristocracia, además de la familia real, pero incluso ella sabía quién era el Conde. Era uno de los pocos Lordes Chinos que seguían siendo obscenamente ricos y políticamente influyentes. La sangre de su familia podría ser más azul que la de la reina de Inglaterra.

Li Qin miró hacia el hermoso Zhan.

–¿Tiene novia?

–No una novia –dijo Ziyi–, una prometida. Ha estado comprometido con Lady Xuan Lu desde su nacimiento.

Li Qin rió entre dientes.

–¿De verdad? ¿La gente sigue haciendo eso?

–Definitivamente los ricos todavía lo hacen.

Li Qin sacudió la cabeza.

–Es una locura. No estamos en la Edad Media.

–Díselo al Conde de Chongqing.

Aparentemente, él está muy ansioso por ese matrimonio. Los Xuan prácticamente son dueños de la mitad de China y, al parecer, nunca puedes ser lo suficientemente rico. Pero supongo que los Xiao no serían aún tan destacados si no se aseguraran de mantener y aumentar su poder y riqueza.

–¿Cómo sabes todo eso? –preguntó Li Qin, mirando a Zhan de nuevo. Había dejado de hablar por teléfono y empezado a comer su almuerzo, mirando la entrada expectantemente de vez en cuando. Dios, realmente era súper lindo. Había una calidez en él que le daba un aire somnoliento y suave y toda clase de cosas adorables. Li Qin se sintió tonta pensando de esa forma en un tipo, pero la palabra encajaba. Zhan era adorable.

–Es un cliente regular aquí –respondió Ziyi–. No pude evitar oír algunas cosas cuando hablaba con su amigo. Hablando de Yibo –Ella asintió hacia la entrada con una sonrisa torcida y suspiró.

C.Where stories live. Discover now