17.

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Una hora después, Yibo miraba a Zhan sentado en el suelo de la sala de su casa, apoyado en el sofá.

La mirada vacía de Zhan estaba fija en el techo, sus manos cerradas alrededor de una botella de vodka como si fuera su salvavidas.

–Deja de mirarme –dijo Zhan, sin mirarlo–. Bebe conmigo. Me siento todavía más patético bebiendo solo.

Yibo tomó una botella para sí mismo y se sentó junto a Zhan, presionando sus hombros juntos. Abrió la botella, pero no bebió.

–No digas eso. No eres patético.

–Me siento bastante jodidamente patético –dijo Zhan, con su vista aún en el techo. Yibo veía la manzana de Adan de Zhan subir y bajar mientras que murmuraba–. Un completo fracasado en todos los frentes –tomó un trago de su botella, sus pálidas pestañas ocultando su expresión–.
¿Sabes cuál es la peor parte? Yo pienso: ¿Cuál es el punto en ir contra él? Si tuviera algo por lo que luchar, lo haría. Pero no lo tengo –sonrió–. Por lo menos haré feliz a alguien si me caso con Xuan Lu y continúo con la línea de lamentables aristócratas amargados y obscenamente ricos.

–No digas eso.

Zhan lo miró un largo rato, con los ojos demasiado brillantes.

–Pero es verdad –dijo en voz baja–. Soy una decepción para todos. Para papá, porque no soy como él... o como Wuxian –Zhan rió–. Sabes, es gracioso. Un par de veces pensé que Wuxian habría sido mucho mejor Xiao que yo, y ahora... ahora tengo un hermano que probablemente me odia y un padre que secretamente desea que yo hubiera sido el bastardo –miró a sus dedos de los pies descalzos–. Ni siquiera puedo hacer la cosa gay bien. Mierda incluso eso, cuando me enamoré del único hombre que nunca podría tener.

Yibo apartó la mirada por un momento, poniendo su botella a un lado.

–Zhan...

–Sabes que tengo razón –dijo Zhan con una pequeña sonrisa–. Y papá tiene razón: algunas cosas son sencillamente imposibles. Debemos hacer lo que debemos.

–Cágate en tu padre.

–No, gracias. No estoy en ese tipo de cosas –Zhan se carcajeó de su propia broma, y luego se echó a reír, pero pronto el borde afilado de su risa histérica se volvió doloroso de escuchar.

Yibo apretó la mandíbula. No era una buena idea para consolarlo mientras que Zhan estaba tan emocionalmente comprometido ya; él lo sabía. Pero su corazón no estaba de acuerdo. Zhan lo necesitaba, más que nunca, y eso sacó a flote cada instinto protector en él... y en lo que refería a Zhan, Yibo tenía demasiado de ellos.

Siempre supo que su cariño por Zhan era un poco raro, un poco excesivo, un poco demasiado posesivo y protector. Incluso si no tenía nada, quería darle a Zhan todo, adicto a la sensación de cuidarlo. Yibo había admirado a Liying en todo sentido, por ser independiente y negarse a pertenecerle a nadie más que a sí misma, con Zhan era todo lo contrario: a Yibo jodidamente le encantaba que lo necesitara. Y ahora, contra su mejor juicio, sus propios instintos le demandaban hacer lo necesario para que Zhan se sintiera mejor, a pesar de saber que, en el largo plazo, su intervención podría –lo haría– herir más a Zhan. Pero joder, no podía seguir viendo esto.

Suspirando, Yibo jaló a Zhan acercándolo y lo envolvió con sus brazos. La risa de Zhan se desvaneció. Hizo un ruidito suave y se dejó caer contra Yibo, prácticamente fundiéndose en el abrazo.

Yibo se quedó mirando al pelinegro contra su pecho, muy consciente de que este no era un comportamiento amistoso. Zhan no quería a su mejor amigo ahora; quería recibir consuelo de la persona de quien estaba enamorado.

C.Where stories live. Discover now