15.

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Tirado en el sofá de Yibo frente al televisor, Zhan nunca había estado tan distraído en su vida, mientras miraba jugar a su equipo favorito. Simplemente no podía concentrarse.

Que su equipo favorito estuvieran perdiendo probablemente tampoco ayudaba, pero aún así. Estar con su mejor amigo, últimamente no era fácil.

Nunca sabía qué esperar. Con su visión periférica, podía ver a Yibo haciendo unos retoques finales al proyecto en que estaba trabajando.

Yibo cerró Photoshop, frotando sus cansados ojos.

Miró a Zhan.

–¿Un buen juego? –dijo. Miró las marcaciones y sonrió– ¿Están perdiendo de nuevo?

–Vete a la mierda –se quejó Zhan, lo que sólo provocó que Yibo sonriera más ampliamente. Sí, está bien –Zhan sabía que se ponía ridículamente sensible cuando su equipo favorito perdía, y dado que su equipo favorito era el menos favorito de Yibo, tenían algunas discusiones espectaculares cuando jugaba Chongqing Dangdai Lifan.

–Ey, no dije nada –dijo Yibo, parándose y acercándose. Empujó las piernas de Zhan y se dejó caer en el sofá, estirándose como un gracioso gato grande.

Zhan desvió la vista y puso los pies en el regazo de Yibo. Se maravillaba de lo normal que parecía todo, mientras que ya no quedaba nada normal en su amistad.

–Regodearte no es agradable, sabes.

Yibo se encogió de hombros y puso su brazo sobre el respaldo del sofá.

–Eso es lo que les pasa por ser un equipo de un solo hombre. Un equipo no debería depender tanto de un único jugador. Es patético cómo han estado perdiendo todos los partidos desde que se lesionó WenHan. Estará fuera por dos meses más y, a este paso, el Chongqing será el último de la tabla para cuando se recupere.

Zhan frunció los labios.

–Si Wuxian todavía jugara, no habrían tenido este problema. Es casi tan brillante como WenHan y podría haberlo reemplazado con facilidad.

Yibo se rió entre dientes.

–¿Casi? Si se entera Wuxian, te va a patear las bolas.

Eso hizo que Zhan sonriera.

–Tal vez pueda convencer a Wangji para que haga magia con Wuxian y consiga que regrese a las canchas.

–Es demasiado pronto para que Wuxian vuelva a jugar –dijo Yibo, negando con la cabeza–. Wangji me dijo que llevaría alrededor de un año y sólo han pasado ocho meses. La pierna de Wuxian aún no está bien como para jugar profesionalmente. Wangji es optimista, pero ¿quién sabe? Puede que nunca esté lo suficientemente bien.

–Sí, lo sé –dijo Zhan, volviendo la mirada al televisor–. Y de todos modos, Wuxian no parece demasiado ansioso por volver a estar bajo los reflectores.

Para un futbolista estrella, estar en una relación homosexual estable no es fácil.
Además, Wuxian ni siquiera necesitaba volver a trabajar un día en su vida si no lo quería: su corta, pero increíblemente exitosa carrera futbolística, lo había hecho millonario.

–Todavía es joven y puede elegir cualquier otra carrera – dijo Yibo, dándole una mirada significativa.

Zhan suspiró.

–No empieces, Yibo. No odio trabajar con papá. No me encanta, pero está bien.

–Podrías ir a una escuela de arte –dijo Yibo–. Te encanta dibujar.

–No soy tan bueno –Zhan dijo recordando la mueca burlona en el rostro de su padre cuando le había contado sobre esa ambición hace años.

–Mis huevos –dijo Yibo–. Te he visto dibujar. Eres muy bueno, especialmente dibujando retratos.

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