8.

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–Yibo, levántate.

Yibo se enterró más profundamente en las almohadas.

–Cierra la puerta al salir. Dormiré hasta el mediodía. Es mi día libre.

–Tu otra mitad quiere hablar contigo.

Yibo se obligó a abrir los ojos y, lagañosos, los fijó en Wuxian.

–¿Zhan está aquí? ¿Ahora?

Wuxian levantó las cejas, una expresión divertida surgiendo en su rostro.

–Debe ser difícil ser tu novia, Liying.

Liying se echó a reír, saliendo del baño. Ella ya estaba vestida, con un impecable maquillaje.

–Estoy acostumbrada a su muy masculino amor platónico – dijo –. Estaría extremadamente celosa si no estuviera segura de que Yibo vomitaría si alguien lo obligara a tocar a Zhan de ese modo. Creo que su bromance es lindo.

Estirándose, Yibo se incorporó.

–No somos lindos –se quejó, tratando de sacudirse el sueño–. Los hombres no son lindos. Y salvo que quieras conseguir una buena mirada, sal de mi habitación, Wuxian.

Wuxian dedicó una mirada escrutadora al desnudo pecho de Yibo.

–Realmente eres bastante caliente.

Yibo se quedó mirándolo.

–¿Gracias?

–De nada –dijo Wuxian, como si estuviera hablando del clima–. Y tienes que saber que tengo estándares muy altos. Si Wangji no fuera Wangji, follaría contigo.

Yibo soltó una carcajada.

–Si a mí me interesaran aunque sea un poquito los tíos, follaría contigo, también. Eres mucho más bonito que Liying.

–¡Ey! –dijo Liying, riendo.

–¿Qué? Es la verdad –dijo Yibo.

Liying miró a Wuxian y sonrió.

–Está bien, no hay vergüenza en ser menos bonita que Wuxian.

Wuxian les dedicó una mirada.

–Deténganse. Solo déjenlo.

–No te hagas el ofendido –dijo Yibo, sonriendo–. Escuché a Wangji llamarte "carita de muñeca" demasiadas veces, lo cual es mucho peor.

La mirada que Wuxian le dio era muy dulce, y muy venenosa.

–Tú no eres Wangji. Sólo él puede salirse con la suya al llamarme con motes ridículos. Ahora sal de la cama y no hagas esperar a tu precioso Zhan.

–Solo dile que suba –dijo Yibo, dejando que las sábanas caigan a sus pies mientras salía de la cama.

–¡Ey! –dijo Wuxian, volteándose ruborizado.

–Te lo advertí –Yibo dio un beso de despedida a Liying antes de desaparecer en el cuarto de baño.

Una ducha rápida después, se anudó una toalla a la cintura y salió del baño.

Liying y Wuxian se habían ido. Zhan estaba de pie junto a la ventana, mirando al patio trasero.

Yibo se detuvo, frunciendo el ceño al notar la tensión en los hombros de Zhan.

–¿Zhan?

Su amigo se dio vuelta y la expresión en su rostro no hizo nada por calmar la aprensión de Yibo.

–Necesitamos hablar.

Yibo se echó a reír.

–¿Estas terminando conmigo?

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