Dylan trabó con seguro la puerta del cuarto, se acostó en la cama y puso las manos encima de su cara. Otra vez las lágrimas empezaron a salir disparadas. Su rostro se empapó, en un momento de lucidez rebuscó en el gavetero. Ahí encontró un papel muy colorido que decía:
«Nunca cometas el error de confundir las pequeñas casualidades con las causalidades»
A duras penas lo pudo leer, el movimiento repetitivo de las letras le sumaba dificultad.
Ese papel fue escrito por su abuelo hace muchísimo tiempo. Era una de sus frases favoritas, y un gran acertijo para el muchacho.
No era que Dylan no creyera en el destino, simplemente no era muy fan de la idea. Le parecía muy triste que nuestra vida estuviera escrita. Siguiendo esa lógica su camino era sufrir. No comprendía lo que quería decir su abuelo con las pequeñas casualidades.
—Hijo, abre la puerta —gritó su papá a la par que golpeaba la madera —. Ya estás muy grande para hacer berrinche.
—Déjame en paz —dijo, alterado —. Se supone que quieres arreglar las cosas, pero me dices que te vas a casar con esa tipa.
—No es como piensas —se excusó —. Abre la puerta.
Dylan se levantó acelerado y limpió sus cachetes.
—Adelante, habla —dijo, desafiante —. Que sea rápido, por favor.
—Marcela es especial. Juntos podemos volver a ser una familia.
Dylan rió con amargura.
—Mi mamá apenas tiene unos días de muerta y ya quieres traer a otra mujer a la casa. No tengo ganas de jugar a la casita feliz.
—Marcela no es mala y Anthony es buen muchacho, los dos son hijos únicos. Capaz puedan hacerse amigos.
—Haz lo que te parezca mejor —le cerró la puerta en la cara.
—Eres muy egoísta.
«Tú también» argumentó Dylan cuando se recostó en la madera.
—No me vas a convencer con tus berrinches, Marcela y su hijo se van a vivir aquí esta noche, así que acostúmbrate porque cuando nos casemos nos vamos a mudar —dijo antes de abandonar el pasillo.
El pelinegro se colocó la mano en la cabeza y gritó en frustración.
«Nadie me entiende»
«Ahora para colmo voy a tener que compartir cuarto con el raro de Anthony»
ESTÁS LEYENDO
Pequeñas casualidades
Teen FictionDicen que еl tiempo todo lo cura, pero nadie les dijo que el dolor se iba tan lento. Su historia es como un cuento de hadas moderno, ellos tenían claro que se querían a destiempo. Es que es imposible olvidar las charlas y los besos interminables, al...