El sol estaba vigente con el calor que lo caracterizaba y las nubes eran inexistentes en el firmamento.
Los columpios y toboganes se veían brillantes desde las bancas. Cada minúsculo detalle era perfecto, casi que podías olvidar este mundo tan caótico.
El estado de ánimo de Dylan era acorde con el paisaje que dibujaba, hace tiempo que no conseguía la motivación para continuar con uno de sus pasatiempos favoritos, no era el mejor ni de cerca. Sin embargo, lo disfrutaba mucho.
—¡Wow! —exclamó una voz femenina, demasiado chillona —¿lo hiciste tú?
Él giró por inercia.
Era una chica de cabello oscuro y ensortijado. Su mirada ámbar demostraba impaciencia y su respingada nariz se arrugaba junto a sus delgados labios.
Ella resaltaba con el imponente sol que tenía detrás, aunque nada llamaba la atención como los cachetes regordetes que poseía. A simple vista se podía notar los kilos de más en su cuerpo. Su baja estatura tampoco le ayudaba.
Dylan no pudo evitar hacer una mueca al cruzar palabra con la escandalosa de Camila.
«¿Todas las armys son igual de gritonas?»
—Si...—dijo, hostigado.
—Es muy hermoso —sus ojos saltones se agrandaron —, es casi idéntico al patio.
—¿Tú crees?
Ella asintió.
—Como me gustaría dibujar así —se inclinó para conversar mejor.
—¿Por qué me hablas? ¿Acaso, somos amigos? —torció la boca —, aléjate un poco.
—Lo siento, a veces me emociono de más.
—Deberías controlar tu energía —guardó sus bocetos en el morral —, ¿Por qué no estás con Anthony? ¿Otra vez lo dejaste solo?
—Ah, conoces al pecoso —le dijo de forma pícara.
—Vivimos juntos, mensa. Me sorprende más saber de tu existencia. No, olvídalo. Eso también es imposible con lo necesitada de atención que estas.
—Disculpa, yo no te he hecho nada para que me insultes.
—Existir y ser escandalosa cuenta.
—¿Sabes qué?, no me importa tu monólogo de incomprendido. Suficiente tengo con mi vida.
—¿No tenías otra frase?, elegiste lo más gastado entre las chicas únicas y detergentes.
—Lo mismo digo niño edgy.
—¿Qué quieres, Camila?, no estoy para perder el tiempo contigo —dijo de manera tajante.
La chica señaló a su amigo, se estaba balanceando en el columpio una y otra vez.
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Pequeñas casualidades
Novela JuvenilDicen que еl tiempo todo lo cura, pero nadie les dijo que el dolor se iba tan lento. Su historia es como un cuento de hadas moderno, ellos tenían claro que se querían a destiempo. Es que es imposible olvidar las charlas y los besos interminables, al...