Aquel veintisiete de febrero, los pájaros cubrían el cielo y los papagayos se asomaban por doquier, fue un día cargado de emoción para el grupo. El detalle es que el pecoso y el moreno no lo lograron ver enseguida. En lo único que podían pensar era en lo incómodo de la situación.
—¿Me puedes explicar por qué vamos a ir con ellos? —dijo cuando cerró la puerta. La palabra desconcierto era lo más exacto que sentía Dylan, pero mentiría si asegurara que no hay otra.
Anthony lo miraba con recelo, se notaba que seguía molesto con él y que Camila prácticamente lo estaba arrastrando. Mientras tanto, Paula quería hablar con los chicos y arreglar el ambiente, no fue posible, al instante fue interrumpida.
—Resulta que Paulito y yo ahora somos muy buenos amigos —la pelinegra le colocó el brazo en el hombro.
Ella prefirió ignorar su comportamiento.
—Aquí algo me huele mal —opinó Dylan —, ese cuento nadie se lo cree. Ni siquiera una niña ingenua que sueña con que One Direction se vuelva a unir —al percatarse que Anthony no le prestó atención se molestó más. Cuando el grupo pasó por la calle estaba a punto de marcharse, hasta que Paula le hizo un gesto con las manos para que dejara de ser tan estúpido.
—Vamos a pasar antes por la casa de Lucas —informó con tranquilidad.
—¿Y eso? —él arqueó las cejas.
Camila le lanzó una mirada matadora.
—Yo lo invité, ¿hay algún problema? —sacó un chocolate de su mochila y lo mordió a lo brusco.
—Esto se va a descontrolar —opinó Anthony en un murmullo mientras tenía la vista en el celular.
La pelinegra lo codeó, ella era imprudente, pero a veces Tony se pasaba.
—En definitiva, no entiendo su relación.
—No tienes que entender, es problema de Lucas y Paul —lo señaló con sus dedos sucios, el chocolate derretido cubría casi toda su mano.
Él se fijó en ese detalle. Arrugó su cara y empujó los desagradables dedos de la chica.
«Que asco»
—¡Oye, casi me tumbas el chocolate!
—Entonces, deja de señalar. ¿No te han dicho que eso es de mala educación?
—Por Dios, no puedo creer que estés diciendo eso precisamente tú.
El autobús llegó en ese momento y para Paula y Anthony fue un alivio. Entraron lo más rápido posible. Parecía por sus expresiones que estaban huyendo de una bomba nuclear lanzada desde corea del norte, y sí. No se equivocaban, una pelea entre ese par podía ser igual o más potente.
Cualquier persona inteligente se alejaría ahora mismo, además, escucharlos era hasta repetitivo.
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Pequeñas casualidades
Teen FictionDicen que еl tiempo todo lo cura, pero nadie les dijo que el dolor se iba tan lento. Su historia es como un cuento de hadas moderno, ellos tenían claro que se querían a destiempo. Es que es imposible olvidar las charlas y los besos interminables, al...