1. El nuevo vecino

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Me encontraba sentada en mi cama, con la música inundando mis oídos y transportándome a otro mundo, cuando de repente soy interrumpida por una llamada. Abro los ojos, localizo mi teléfono a unos centímetros de mí y me encorvo un poco para poder tomarlo. Contesto la llamada, no sin antes poder divisar el nombre de Laya, mi mejor amiga.

—¡Odele, qué bueno que respondes! Necesito tu ayuda con mi vestido —exclamó con preocupación.

—Hola Laya. Estoy bien, gracias por preguntar —digo con ironía provocando una risa en ella.

—Lo siento ¿De acuerdo? —soltó de mala gana.

—No me convences —sonrío al ver cómo suelta un suspiro de frustración—. Es broma. ¿Qué sucede? —cuestioné mientras asomaba mi cabeza por la ventana.

Logré ver un camión estacionado del otro lado de la calle, al parecer hay alguien nuevo en el vecindario. La puerta del conductor se abrió dejando ver a un hombre un poco mayor. Este fue hacia la parte trasera y abrió las puertas metálicas. Sacó una caja y desapareció detrás del camión hasta llegar a la puerta de aquella casa. Al instante, un chico salió de detrás del camión.

—¡Odele! —aquel grito hizo que volviera a la tierra.

—¡Eh, sí! —digo alarmada.

—¿Qué pasa? —antes de responder miro por la ventana otra vez, viendo nuevamente al chico.

—Al parecer tengo un nuevo vecino —lo observo, deleitándome con su complexión alta y delgada—. Y muy guapo —agrego.

—Vaya suerte que tienes. El único hombre guapo de mi vecindario está casado —fingió estar dolida.

—No tienes remedio —ambas reímos—. ¿Debería ir a darle la bienvenida? —cuestioné.

—Ve. ¡Ah! Haz tus ricas galletas y llévalas como obsequio —sentí mi foco encenderse.

—Lo haré, gracias. ¿Hablamos luego? —Aceptó—. ¡Ah! El vestido azul te queda mejor —escuché un sonido extraño de su parte.

—Sabes que te amo ¿no? —habló con voz melosa.

—Lo sé —respondo orgullosa y cierro la llamada.

Me levanto velozmente de la cama, salgo de mi habitación y bajo las escaleras para ir a la cocina. Agradezco interiormente que mi padre sea bueno en la gastronomía y por eso tenemos muchos ingredientes en casa. Busco los ingredientes necesarios y empiezo a llevar a cabo el procedimiento.

Ya listas las pongo en una cesta con un pequeño mantel, cubriéndolas. Tomo las llaves de la casa y me apuro en salir, vi que el camión no se encontraba allí. Caminé hasta la calle tomando en cuenta que no pasaba ningún vehículo y me dirigí a aquella casa.

Caminaba por el pequeño camino que daba hasta la puerta, al llegar respiré hondo y toqué tres veces. Esperé varios segundos hasta escuchar pasos que se mezclaban con el sonido de los latidos de mi corazón, es sofocante. La puerta se abrió y detrás de ella se asomó lentamente aquel chico. En esos pocos segundos pude ver con más detenimiento su rostro. Poseía unos ojos grandes color chocolate, nariz que encaja perfectamente con su rostro y unos labios... (¡Odele, se va a dar cuenta!) sacudí ligeramente la cabeza y volví a mirar aquellos ojos hipnotizantes.

Traté de tomar aire y hablar ya que pude notar cierta confusión en su rostro.

—¡Hola! Soy Odele Brow, vivo al frente. Vi que eras nuevo aquí, así que te traje esto —levanté la cesta y vi cómo en su rostro se formaba una sonrisa (¡Bizcocho!).

—Un gusto, soy Deon Harper. Si gustas puedes entrar —respondió aún sin quitar aquella hermosa sonrisa de su perfecto rostro.

Ante su propuesta asiento tímidamente y se hace a un lado dándome espacio para entrar. Al pasar a su lado pude ver que su cabello era un poco largo, estaba recogido pero a la vez desordenado dándole un toque rebelde. Con este sí Dios mío.

¿Qué esconde una melodía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora