23. Lágrimas

15 6 20
                                    

—Mierda... —puse una mano en mi pecho—. Artem, me asustaste —me acerqué a él y le halé un cachete.

—¡Ouch, suéltame! —exclamó tomando mi muñeca.

—¿Cómo entraste?

—Por la ventana. Tocaba la puerta y no abrías, por lo qué veo te estabas duchando —asentí.

—¿Dónde están Mía y Deon?

—Abajo —dijo desapareciendo detrás de la puerta.

Lo seguí hasta el piso inferior y vi como Deon le hacía cosquillas a Mía mientras que Artem veía la escena celoso.

—¡Odele! —la pequeña al verme corrió hacia mí y me abrazó—. ¡Hoy fue un día genial! Comí muchos dulces y cuidé a Deony —comentó orgullosa.

—¿Cuidarlo?

—¡Sí! Las feas querían su número y lo miraban mucho —miré a Deon quien se reía, hice lo mismo.

Mi teléfono empezó a soñar interrumpiendo el momento así que fui a la cocina.

—Tío, ¿cómo estás? —sonreí.

—¡Mi querida sobrina! —exclamó con la misma energía de siempre—. Me encuentro muy bien, ¿qué tal tú?

—Muy bien. ¿Necesitas algo? —cuestioné dulcemente.

—Oh... es que, tú padre me comentó sobre los... niños —estaba nervioso. Sonreí al escuchar la voz de su esposa al fondo—. Nos encanta la idea y estamos muy emocionados, ¿ellos están de acuerdo?

—Sí, también están muy emocionados.

—Nos alegra escuchar eso. ¿Te parece que vengan mañana? Así nos conocemos y... sé que tu padre y tú están muy ocupados.

—Me parece bien.

—Entonces, me despido. ¡Oh! Maritza te saluda.

—¡Hola! —solté una risita—. Hasta luego, tío.

Cerré la llamada y sentí unas manos en mi cintura.

—¿No planeas saludar? —me giré con una sonrisa traviesa.

—¿Qué tal? —dije seductoramente para luego acercarme pero no lo besé y me solté de su agarre con intenciones de salir de la cocina.

Sentí como me tomaba de la muñeca y me haló hacia él. Sonreí satisfecha. Tomó mis labios
apasionadamente y bajó las manos hacia mi trasero. Me nalgueó.

—¡Oye!

—Ya me iré a casa. Me llevo a Artem.

—Está bien.

•••

Al día siguiente, desperté más temprano que de costumbre debido a que tendría que alistar a Mía ya que hoy pasaría el día con su futura familia. La pequeña estaba muy emocionada.

Al cabo de un rato tocaron la puerta. Deon y Artem habían llegado. Me sorprendí al ver a Artem con una camisa. Se veía bastante bien.

—¡Qué galán!

—¿Eso crees?

—Por supuesto.

Luego de una hora, escuché como tocaban la puerta. Fui a abrir y era mi tío Fazio quien también estaba con una camisa. Empecé a reír provocando una cara de confusión en él. Mía emocionada corrió hasta donde estábamos.

—¡Hola, señor! —saludó con la emoción desbordante que la caracteriza y lo abrazó.

Artem también se acercaba a la puerta y pude sentir sus nervios así que antes de que saliera lo abracé cariñosamente.

—¡Buena suerte y con cuidado! —me despedí y cerré la puerta.

Me giré y vi a Deon apoyado en una de las paredes con una sonrisa traviesa. Lo entendí perfectamente. Se empezó a acercar lentamente hasta que sus labios rozaron mi oreja. Empezó a jugar con mi cuerpo, quería que lo deseara. Devoraba mis labios y sus manos recorrían mi espalda y trasero hasta que se detuvo.

—Ya me tengo que ir. Dúchate y ve a la escuela —se separó completamente de mí y abrió la puerta.

Lo miré fingiendo estar enojada por tal provocación y él solo me sonrió de manera inocente.

•••

El día pasó volando. Me encontraba caminando por el parque acompañada de Zigor.

—¿Ese no es Jacob? —cuestioné mientras veía al chico cabizbajo en uno de los bancos. Estaba mirando su teléfono.

No sé qué pasó pero un impulso me hizo correr hacia él y arrebatarle el teléfono. Cómo imaginaba, estaba viendo fotos de Laya.

—¡¿Qué mierda?!

—¡¿Por qué la acosabas?! ¡¿Qué son todas estas fotos?! —Estaba furiosa.

—Yo...

—¡¿Tú qué?!

Todos estábamos en completo silencio.

—¡Yo la amaba! —quedó en silencio—. ¡Soporté toda clase de cosas para que al menos me volteara a mirar! Soporté el acoso y sus crueles palabras... aún así, la seguí y la sigo amando pero ella... ella ahora está muerta. Esto es lo único que me queda de ella, es lo único que me importa —yo estaba en shock. Él estaba llorando.

—Odele... —escuché la voz de Zigor.

Miré el teléfono que estaba en mis manos y vi todas las fotos. No había nada extraño. No soportaba ver a las personas llorar y solo me limité a poner el teléfono en las manos del afligido chico quien aún lloraba.

—Lo siento —dije en un hilo de voz.

Zigor le dio una palmada en el hombro a Jacob como consuelo y empezó a caminar junto conmigo.

—Supongo que lo descartamos como sospechoso —yo asentí—. Princesa... no llores.

—¿Qué? —no me había dado cuenta cuando lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Zigor las limpió con sus pulgares.

•••

Zigor y yo fuimos por helados antes de tomar rumbo a nuestras casas. Trataba siempre de sacarme una sonrisa en el camino. En el camino, tomó una flor de un jardín y lo regañé pero me sorprendí cuando puso la flor en mi pelo y depositó un beso en mi mejilla. Sentí algo en el pecho así que sonreí.

—Gracias, rubia.

—¡Oye, no me digas así! —sabía que odiaba que lo llamara así.

—Puedo llamarte como quiera —le saqué la lengua.

En un momento recibí una llamada de papá avisando que llegaría un poco tarde.

Como es de costumbre nos despedimos frente a mi hogar. Entré y suspiré al sentir lo vacío que estaba la casa. Para entretenerme decidí llamar al tío Fazio para preguntarle sobre los chicos y me dijo que se han comunicado súper bien hasta ahora. Algo sorprendió es que dijo que Artem es muy hablador, muy difícil de creer pero me alegré mucho de escuchar eso. Comentó que su esposa y Mía hicieron todo juntas y que todo estaba saliendo perfecto.

Cerré la llamada y volví a caer en esa soledad hasta que me vino a la mente una idea. Salí de mi casa y fui hasta la casa de Deon, quizás esté ahí. Toqué la puerta muchas veces pero nadie respondía así que me rendí y cuando estaba apunto de irme se abrió la puerta.

—Oh, ya me iba —solté una risita—. Pensé que no est... ¿Estás llorando?

¿Qué esconde una melodía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora