6. El beso

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En el momento en que sentí sus labios en los míos, no pude disfrutarlo ya que él se apartó rápido, se me quedó viendo sorprendido y se levantó.

—Ya se está haciendo tarde, deberíamos irnos —dijo mirando hacia el frente.

Me sentí tan mal y tan enojada a la vez pero solo me limité a levantarme, recoger las cosas y seguirlo hasta la camioneta. En el trayecto no los pasamos en completo silencio y yo me mantenía mirando el paisaje, quería morirme. Él estacionó la camioneta frente al café y entró para dejarle las llaves a su jefe.

Caminábamos hacia nuestros hogares en silencio y yo solo pensaba en lo vergonzoso que fue. Caminaba con la cabeza agachada pero de repente sentí un escalofrío en mi columna vertebral, sentía que me observaban así que alarmada giré mi cabeza hacía ya la oscura calle, había varias personas pero no vi nada sospechoso. Cuando llegamos solo nos despedimos con un simple adiós. Entré a mi casa y cuando cerré la puerta inmediatamente subí a mi habitación y me acosté mirando al techo, traté de no llorar ya que me sentía muy confundida.

—Si él no sentía lo mismo ¿por qué era así conmigo? Tal vez confundí sus sentimientos y solo trataba de ser amable y tener amigos pero yo lo arruiné— Traté de buscar todas las posibles respuestas hasta que di con una que me descolocó—. ¿Le gusta Laya? —Estaba tan mal así que solo traté de pensar en otra cosa pero no podía.

El domingo no salí de mi casa y solo me quedé pensando en todos los sucesos que habían pasado desde la llegada de Deon. Ningún chico me había rechazado jamás así que esto es nuevo para mi. Ese día apenas comí y solo me la pasé en mi cama e ignorando a mi preocupado padre y las llamadas de mi madre.

Ya era lunes y me encontraba caminando junto a Zigor mientras le contaba todo lo que había pasado.

—¿No has pensado en olvidarte de él y seguir tu vida? —cuestionó.

—No ayudas en nada —estaba molesta así que apresuré el paso pero no pude continuar ya que este me había tomado el brazo y me giró hacía él.

—Odele, eres una chica maravillosa, talentosa, hermosa y sobre todo inteligente. No puedes estar así por un imbécil que no se da cuenta de lo genial que eres, además, tienes a mil chicos detrás de ti y creo que deberías darles una oportunidad —dijo lo último en un susurro y yo le sonreí y lo abracé muy fuerte.

—Gracias. Me alegro de que seas mi amigo —dije hundiendo mi cabeza en su pecho ya que este era más alto que yo.

—Claro...—susurró.

Sé que debía hacerle caso pero aún así no podía olvidarme tan fácilmente de Deon. El día pasó lento y aburrido y ya era hora de irnos a casa, como de costumbre Zigor y yo esperábamos a Laya en la salida y esta llegó con una enorme sonrisa.

—¿Y a esta qué le pasa? —dijo arqueando una ceja.

—Chicos, vayan sin mí, hoy tengo una cita —dijo sonriente—. Con Deon —dirigió su vista hacia a mi y yo solo pude fingir una sonrisa a lo que Zigor se dio cuenta.

—Como sea, nos vamos —respondió Zigor y me tomó de los hombros para que empecemos a caminar—. No le hagas caso —me susurró y yo asentí.

En todo el trayecto a mi casa Zigor trató de animarme, incluso en el camino me compró un helado y no puedo negar que después de eso me sentí un poco mejor. Ahora, estaba en mi habitación haciendo las tareas mientras escuchaba música a todo volumen. Estaba muy concentrada hasta que el recuerdo de lo que dijo Laya invadió mi mente pero cada vez que pasaba eso recordaba lo que me dijo Zigor.

Pasó una semana y aún seguía sintiendo lo mismo por mi vecino, ya no hablábamos y casi no nos veíamos, lo mismo era con Laya, desde aquel día no me ha hablado así que solo tenía a mi papá y a Zigor que estaba pasando más tiempo conmigo que nunca.

Ahora mismo estaba sentada en el sofá mientras buscaba algo que ver en la televisión pero todo me parecía aburrido así que solo me fui a la cocina a prepararme algo ya que tenía hambre así que opté por sushi. Antes de empezar a preparar todo, escucho el timbre y abro pensando que era Zigor pero no...era Deon. Me quedé estática y él solo sonrió tímidamente.

—Hola —yo aún seguía sin hablar—. ¿Puedo pasar? —Yo solo asentí y le di un espacio para que pudiera entrar.

—¿Qué haces aquí? —fue lo único que pude decir aún de espaldas a él.

—Necesito hablar contigo —me giré y noté que estábamos a unos escasos centímetros del otro.

—¿Qué quieres? —traté de sonar lo más fuerte que pude aún mirándole a los ojos.

—Lo siento por cómo actué aquella vez, estaba muy confundido por mis sentimientos ya que no nos conocíamos mucho en ese entonces pero te puedo asegurar que si me gustas —dijo acercándose un poco más y acariciando mi mano.

Estaba muda. No sabía cómo reaccionar, estaba tratando de procesar todo lo que había dicho. Volví a verlo a la cara y este tenía una expresión de angustia y desesperación.

—¿Te gusto? —susurré y él asintió— mientes.

—¿Qué? ¿Por qué lo haría?

—El lunes invitaste a Laya a una cita —aparté mi mano.

—¡No! No era una cita, solo salimos como amigos. Además solo era para que me ayudara a pensar bien las cosas ¡incluso le dije que me gustas!

Yo me sorprendí por sus palabras, pensé en cómo Laya me había ignorado toda la semana en vez de restregarme en la cara que había tenido una cita con Deon. Entonces, él decía la verdad.

Por impulso lo abracé y él me correspondió, nos separamos un poco y esta vez él dio el paso y nos besamos, fue un beso lindo y yo sentía un cosquilleo en todo el cuerpo.

¿Qué esconde una melodía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora