≻───── ⋆Capítulo 3⋆ ─────≺

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Capítulo 3: "La mujer"

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Capítulo 3: "La mujer"

Una mujer se encontraba junto a su hijo en el jardín del ducado Van Houlsen, en este se encontraban plantando diversas flores. La apariencia de ella eran unos cabellos dorados, pálida y de ojos anaranjados.

—Esta flor... ¿Cuál sería, mi pequeño azulito? —dijo con una voz tierna la mujer.

—¿Margaritas? —preguntó el niño.

—¡Así es! ¿Y aquellas dos? —preguntó ella.

—¿Azalea y Clavel? —contestó dudoso el pequeño.

—¡Sí! —afirmó la mujer.

Ella estaba tan feliz, que procede abrazar a su pequeño hijo, pero antes de que esto suceda, Kai se despertaría de aquel sueño.

—¿Qué demonios? —se preguntó Kai, quien observaba el lugar y a la vez se sacaba el trapo húmedo de su cabeza

Se encontraba acostado en un sillón desgastado, dentro de una sala, cocina y living. Kai se levanta del sitio y lo observa detenidamente, que por conclusión sería el hogar de un humano.

Él intentaría escapar, pero el Sol estaba en su contra. Antes de averiguar que hacer, una mujer de tez un poco oscura, cabellos rizados morochos, iris color avellana y vestido rojo, aretes en forma de argolla dorada ingresaría al domicilio con una canasta de ropa.

—¡Ya te has despertado! —exclamó ella.

La mujer procede a dejar el canasto de ropa en el suelo, luego se acerca a Kai y toca su frente, esto último ruborizaría al heredero al ducado.

—Realmente eres de piel fría... —comentó la desconocida.

—¿Quién eres? ¿Qué es este lugar? ¿Dónde estoy? —preguntó, en repetidas ocasiones, Kai.

—Estamos en Obation Town, este sitio es mi casa y soy Jeannette. —respondió sonriente la mujer.

—No me jodas... El mundo humano... ¿Cómo demonios retorno al ducado? —reflexionó Kai. —¿Sabes que está mal visto que una mujer traiga a su hogar un hombre que no conoce? —comentó la gran boca de él.

—Agradéceme, te salvé de una jauría de lobos. —reveló un poco molesta, Jeannette.

—Debería de inventarme algo, de mientras... —reflexionó el joven. —Me llamo Kai, me escapé de un matrimonio arreglado y tras huir por... ¿Días? Llegue aquí, el resto ya lo has visto. —contó él.

—Oh... Siento por ti, esas cosas nunca salen bien, o en pocos casos, puede ser bueno... ¿Quién sabe? —respondió ella. —En la iglesia hay hogar para los refugiados, podrías de refugiarte allí, el arzobispo Juan, te recibirá muy bien. —agregó Jeannette.

—¿Iglesia? ¡Ni hablar! Terminaré frito. —habría pensado Kai. —¿Es posible que me pueda quedar aquí? Tengo problemas con la iglesia. —desveló él.

—¿Con la iglesia? ¿Cómo es eso posible? —preguntó sorprendida, Jeannette. —Ven, sentémonos. —dijo ella, ambos proceden a sentarse en la mesa redonda de madera.

—La iglesia, hace unos años, acusó a mi madre de ser una bruja y por eso la quemaron viva. —contó fríamente Kai.

—Comprendo... Mi madre pasó casi por lo mismo, pero a ella la arrojaron al acantilado con una escoba, esperando que volara... Ya sabes... Esas cosas...—dijo ella de manera angustiada. —Puedes quedarte, pero a cambio, me ayudarás con el hogar, hasta que encuentres un lugar donde ubicarte. —comentó la mujer.

—Por cierto, tengo un problema debido a que cuando nací prematuramente, mi piel al sol me perjudica, mi infancia fue en los hospitales del orfanato. —dijo él. —Espero que no se sepa nada de los vampiros aquí...— pensaba Kai.

—Conozco de eso por una familiar, no hay problema. —dijo Jeannette.

Al anochecer, Kai sale junto a la joven para observar el lugar, a su vez, él planeaba como retornar a su hogar sin conocer donde estaba parado.

—Allí está la tienda de telas... En fin, eso sería lo último... —dijo ella.

—¿Vives sola? —preguntó, inocentemente, él.

—No, con mi prometido... Mi padre nos comprometió, aunque no interactué mucho con él... Ambos se encuentran ahora mismo combatiendo en la guerra del sur, por eso no hay mucha población por aquí. —reveló la mujer.

—Que molestia, el matrimonio...—agregó él.

—Sí, pero el último deseo de mi padre es ver a su hija casada y con hijos... Esperó mucho para que consiga un marido y sea amor a primera vista, tal vez, eso no exista. —dijo ella de manera decepcionada.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó Kai.

—Veinticinco... Lo sé, una anciana. —dijo bromeando.

—Eres joven... Yo tengo veintisiete...—reveló él. —Claro, cuando uno tiene 270 años, eso no es nada...—había pensado en su cabeza, Kai.

Al regresar, ella se dirige a un arbusto de moras y las guarda en su canasto, Kai le ayuda con eso y ofrece llevar el cesto lleno de estas.

—Por cierto, tu apariencia es muy extranjera... ¿Eres del norte? —preguntó curiosa ella.

—Sí, aunque de mi origen no me preguntes, lo desconozco. —comentó él.

Al llegar al hogar, Jeannette cocinaba y él intenta ayudar a poner los platos, cada quien comería en su lugar mientras conversaban amistosamente de cosas triviales.

Tras finalizar la cena, ella prepara una cama para él en el sillón de la sala, coloca unas mantas y almohadas.

—Creo que falta... —murmuró ella.

Jeannette iba a buscar algo, pero al mismo tiempo su pie se doblaría y antes de caer, es tomada entre brazos por Kai, aunque accidentalmente caen arriba del sillón, quedando ambos cara a cara.

—Yo... Yo...—murmuró ella, a lo que se levanta repentinamente. —Así estaría todo... ¡Buenas noches! —comentó mientras se encerraba en su cuarto.

Jeannette se sienta en el piso con las manos en su rostro, el cual se encontraba completamente ruborizado.

Alternamente, Kai se encontraba acostado en la oscuridad, reflexionando.

—Al menos se durmió, debería salir a investigar... —pensó él, que a su vez salía sin hacer ruido y averiguar cómo poder escapar de aquella aventura trivial.

Próximamente...

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