El caos: Capítulo 3

5 2 0
                                    


Eve

Mi madre nos ha preparado un vaso con un par de infusiones. Estoy completamente confundida y llena de miedo. Estoy asustada y anonada, no me puedo creer que toda mi vida sea prácticamente una mentira. Y que todo lo que nos han vendido estos años sea una película. La Luz está controlada por los subterráneos. Soy un ángel y al mismo tiempo un demonio, vivo en La Luz cuando siempre nos han dicho que es imposible que un subterráneo suba por los ascensores.

—Siempre he querido darte una buena vida. –Mi madre siempre ha sido una mujer muy sensata y tranquila, pero es la primera vez que la veo totalmente nerviosa. —No quiero que me odies.

—No, claro que no. –Me acerco a ella e intento ser la persona más madura de este planeta. —No voy a odiarte mamá. Hiciste lo que creíste que era mejor, pero necesito respuestas y sobretodo Alan.

—Cuando subimos, hicimos un trato con Nick y es que podrías quedarte en La Luz siempre y cuando no te acercases al Ónix, solo entonces tus poderes se activarían. Porque en realidad, tu padre y yo somos casi al cien por cien humanos aquí, tu no. Creía que tenía tiempo para contarte todo esto con calma y que tomases una decisión sobre si querías quedarte en La Luz, alejada del mundo de los exploradores o bajarte a La Oscuridad, pero el padre de Alan se ha adelantado y ahora ya no tengo tiempo.

—Oh dios mío mamá, yo... yo no puedo ir allí abajo. —Mi madre agacha la cabeza y se limpia las lágrimas que recorren sus mejillas. —No puedo irme, así sin más.

—Tenemos un plan. —Miro a Alan, éste niega con la cabeza por detrás. Cierro los ojos porque desde que he llegado y sé que soy una subterránea solo me hecho una pregunta y sé sobre su respuesta. —Sí, tu padre y yo.

—¿Está vivo, no?. —Pregunto un fino hilo en la voz. —Papa...

—Sí. —Mi madre solloza. —A tu padre se le rompió el traje en una de las misiones. Yo... No podíamos subir, así como si nada, con el traje partido. Sabrían sobre nosotros y pondríamos en riesgo a toda La Oscuridad. Así que decidimos improvisar y... sé que debía habértelo dicho antes, pero me entró el pánico.

—No me lo puedo creer... está vivo, oh dios mío. —Alan viene hacia mí y me pasa un brazo por los hombros. —Mamá...

•Lo siento, Eve, lo siento muchísimo, pero está en juego la vida de millones de personas y una jodida guerra, él nunca se lo hubiera perdonado. —Inspiro. Tengo que comportarme como una adulta.

—¿Y ahora qué, mamá?. Papá está vivo. —No me puedo creer que esté diciendo esto y un pequeño rayo de luz se ha iluminado en mi corazón, esa parte que estaba muerta ahora está viva. —Está ahí abajo, ¿ahora qué?.

—Solo queda una opción.

—No, no, no. —Alan me suelta y da un par de vueltas. —No pienso dejarte que vayas ahí abajo. Me niego, Eve, te juro que me niego.

—No puedo hacer otra cosa. —Sollozo. —No puedo poneros en riesgo, ni a ti, ni a mi madre, ni a La Oscuridad.

—Me niego Eve, me da igual que seas un demonio, un ángel o un puto híbrido, no voy a dejar que te vayas a un maldito mundo que no sabes cómo funciona. ¡Y lleno de subterráneos! —Grita.

—¡Soy una subterránea, Alan! ¡No me puedo quedar aquí! Y mucho menos voy a dejar que te pase algo por mi culpa. Si he tocado la maldita piedra es cuestión de horas que mis poderes se activen. No sé cuáles son, no puedo controlarlos, ¿entiendes? No quiero hacerte daño.

—No me alejes.

—No tengo otra opción.

No tengo otra opción, me repito constantemente. No la tengo y lo único que puedo hacer es tirar la ropa dentro de la maleta y esperar a que mi madre haga sus gestiones y nos cuente sus planes. Mi vida ha cambiado en apenas una hora y todo lo que conocía ahora es mentira y tengo que alejarme de ello para no hacerle daño a nadie, y poner en riesgo a Alan y a mi madre, que son las únicas personas que me importan en este momento.

The HoleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora