EveEstá bien ser un poco bordes de vez en cuando y más cuando las personas indicadas no son todo lo amables que tú te mereces. No me siento mal por Max ni por ninguna persona de este instituto. Ivy es la única persona con la que me siento realmente bien también quiere ser cazadora y podría considerarla una amiga, pero ella también es del grupo más popular del instituto y va con Nora y la novia de Max, Ana. Básicamente ese el grupo de Alan.
—¿Todo bien?. —Me pregunta Alan sacándome de mis pensamientos. Estamos en la segunda clase del día, física subterránea. Le miro, me pasa una mano por mi pierna y me la acaricia lentamente.
—Sí. —Contesto intento mirar al frente y concentrarme en mis libros. Odio que Alan haga eso, porque no puedo evitar ruborizarme.
Sé que es una locura, pero tengo sentimientos por Alan. Quiero decir, estoy enamorada de él. Es la persona más atenta, cariñosa, sincera, amable y preciosa de este universo. Me trata maravillosamente bien y a veces se me olvida que solo soy su mejor amiga. Cada noche fantaseo con que algún día tenga el valor de decirle que lo quiero, pero sé que arruinaría nuestra amistad y sinceramente nunca me lo perdonaría. No puedo perderle y aunque eso implique hacerme añicos cada vez que lo veo liarse con una chica en una fiesta o me hable de cómo era en la cama. No sé si algún día estaremos juntos y dudo que Alan sienta una mínima parte de lo que siento yo por él.
—Bien chicos. —Nuestro profesor de física subterránea aparece por la puerta. Lleva una pequeña caja entre sus manos. —Cómo sabéis es vuestro último año de instituto y tenéis que saber que todo tiene sus responsabilidades. —Miro a Alan por el rabillo del ojo. No me quiero separar de él. —El año que viene iréis a la mejor universidad de esta ciudad y debéis de tener unas nociones básicas sobre una de las cosas más importantes de nuestra vida. El Ónix. —Deja la caja encima de la mesa. —Tenemos que trabajar con ella este último año y aprender a cómo utilizarla para atacar a un subterráneo.
—No me lo puedo creer. —Susurro atónita. Estoy segura de que esto tiene que ver con el padre de Alan. El Ónix solo se enseña en la universidad y a personas con un carnet específico. Es una piedra muy poderosa y que si se usa mal, puede causar muchísimos daños.
—El señor Greiff nos la ha dejado prestada como motivo de la inminente entrada de Alan a la escuela de los cazadores. —Lo sabía. Observo como Alan se lleva las manos a la cabeza. —Podéis pasar a tocarla e incluso la podéis coger. Solo nos han dejado una muy pequeña, pero notaréis que hay algo muy poderoso en ella.
El profesor abre la caja con cuidado y con unos guantes blancos. El padre de Alan se ha vuelto mal de la cabeza. De ella sale una preciosa piedra de color azul y del tamaño de un huevo, que reluce tanto que tengo que apartar la vista de ella. Pero por pocos segundos.
Mi vista se vuelve totalmente negra y mis pulsaciones comienzan a subir por milésimas de segundos. Comienzo a notar un ardor en el pecho y me agarro a Alan con fuerza.
—Podéis levantaros. —Escucho a mi profesor, pero no puedo ni ver ni reaccionar. Comienzo a hiperventilar mientras escucho la voz de Alan. Me agarro mucho más fuerte a él cuando siento que me falta el aire. Me limito a concentrarme para no gritar.
—Eve... ¿Qué te pasa?. —Por su voz deduzco que está asustado. —Eve. —Me toca un brazo. —Joder, estás ardiendo. —Susurra mientras aparta la mano de golpe. A pesar de eso, no grita.
—Sácame de aquí. —Consigo decir como puedo.
Mientras que todo el mundo está despistado observando la piedra, Alan me coge de la cintura y me saca de la clase sin que nadie note que nos hemos ido. Me tambaleo por el largo pasillo de la tercera planta hasta una de las esquinas. Me agarro al pilar y caigo de golpe al suelo. Intento respirar, pero no puedo.
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The Hole
Ciencia FicciónEn la tierra, un lugar totalmente dividido entre La Oscuridad y La Luz, Eve descubre un gran secreto que le obliga a replantearse su vida de la noche a la mañana.