Eve
—Era la casa de tus abuelos. —Le miro. —Cuando bajé, la reformé por si en algún momento bajabas. Vamos, es un poco tarde. —Dice. Me desabrocho el cinturón con miedo. La calle es tranquila, no hay nadie y solo nos iluminan un par de farolas. Aprovecho que mi padre está sacando las maletas para observar con detalle la casa.
Es mi hogar ahora mismo y es muy bonito, pero tal vez ¿demasiado oscuro?
—Sé que no es tu estilo, pero haré que te sientas como en casa. —Sonrío. Él me pasa una mano por mis hombros y me acerco más a él. Abre la puerta de la valla y pasamos hacia el interior de la casa, no es distinto a lo que hemos visto. Saca un par de llaves de su chaqueta y abre la puerta. —Quería decírtelo cuando estuvieras aquí. —Le miro confundida. —No vamos a vivir solos. —Enciende una pequeña luz.
Observo toda la casa con detenimiento, sin obviar lo que ha dicho. Desde la entrada se puede ver todo, ni un solo pilar. Nada más entrar y en la esquina están las escaleras de cristal. Puedo ver el comedor, a la izquierda y casi en medio. Una increíble mesa de madera oscura rodeada de sillas modernas decuero color negro y una lámpara minimalista. Al fondo una cocina, grande, enorme, con una isla de mármol negra que acompaña al color de todos los muebles. A la derecha está el salón, con una gran chimenea negra y un sofá. En el sofá hay una mujer tumbada, lo sé, por su silueta.
Me escondo detrás de mi padre cuando observo que se mueve.
—Está bien. —Susurra mi padre. —Está bien. —Repite. La mujer se levanta poco a poco, creo que se había dormido. —¿Alexa? —Pregunta. Me aferro a la chaqueta de mi padre.
—¿Eivian? Oh dios. —Alexa se levanta aturdida. Su pelo es largo, rojo, un rojo muy oscuro y no llamativo. No sé cuántos años tendrá, pero no mucho menos que mi padre. A medida que se acerca observo sus ojos, totalmente negros. Reconozco su cara o más bien sus rasgos, muy parecidos a los de mi padre, muy demonio. —¿Eve?.
—Es tu tía Alexa, mi hermana. —Suelto la chaqueta rápidamente. Ella se acerca sigilosamente. Lleva un bonito vestido negro largo. ¿Mi tía?
—Cielo... No voy a hacerte nada. —Dice y enseguida se inunda una confianza en mí cómo si la conociese de siempre. —¿Puedo...? —Asiento. Ella se acerca y me da un abrazo. Al principio no consigo abrazarla de vuelta, el miedo se apodera de mí. Estoy tocando a un subterráneo por primera vez, pero lo hago, y a los pocos segundos le abrazo. Siento su latido, familiar, bonito, es una sensación única. –Tenía tantas ganas de conocerte... Eres preciosa, tan angelical... Eres Evelin. –Sonrío al instante. Estoy sorprendida, realmente sorprendida. No quiero mirarla mucho, no quiero incomodarla. –Venga, déjame que te ayude. —Me sujeta las maletas y las lleva hacia la esquina de las escaleras. —¿Qué tal el viaje?
—B-bien. No pretendía que sintieras miedo.
—No te preocupes, cielo, está bien. Es difícil de asimilar, te entiendo. —Me abruma la relajación con la que está tomando la situación. Alexa es... no tengo palabras. —Seguro que tienes hambre, puedo prepararte algo caliente. —Mi padre me empuja despacio hacia la cocina —¿Chocolate?
—¿Chocolate? —Me sorprendo. Alexa ríe. —Oh dios, perdón, creía que... —Somos unos incultos en La Luz. O unos estúpidos directamente.
—Que no existía. —Asiento. —Bueno, es de las cosas buenas que tiene La Luz.
—Joder... —Escucho una voz masculina que viene de las escaleras. Me giro al instante. —¿Qué es todo este ruido?. —Pregunta. Es un chico joven. Va sin camiseta y con un pantalón de pijama negro. Se retira adormecido su pelo hacia atrás. Es negro, al igual que sus ojos. No puedo dejar de mirarle. Lleva un par de tatuajes en su torso. Viene hacia mí y comienzo a sentir un bloqueo en mi cuerpo. Empieza a arderme la piel y no puedo evitar dejar de pensar en lo atractivo que es y en lo que...
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The Hole
Science FictionEn la tierra, un lugar totalmente dividido entre La Oscuridad y La Luz, Eve descubre un gran secreto que le obliga a replantearse su vida de la noche a la mañana.