Eve
Supongo que ayer por la noche caí rendida hablando con Aris. Creo que se nos hizo demasiado tarde, no lo recuerdo, pero tuvimos una conversación muy agradable. Nos quedamos una buena parte de la noche hablando, conociéndonos más de lo que yo nunca habría imaginado y no me sentí incómoda ni una sola vez, cómo creí que lo haría.
Siento que con Aris tengo una pequeña conexión muy diferente al resto. Somos muy diferentes, pero en algunos aspectos nos parecemos más de lo que yo creía y eso es genial, pero me da mucho miedo. Creo que mi parte oscura conecta a la perfección con él.
Me levanto como si hubiera estado de resaca, pero después de una ducha, el cansancio se me pasa. Me pongo algo cómodo, no sé qué haremos hoy. Espero que algo tranquilo que no involucre la magia.
Paso por la habitación de Axel y cómo de costumbre, está entre abierta así que asomo mi cabeza y los veo a los dos durmiendo plácidamente sin ninguna intención de despertarse pronto. Me hace gracia que la cama de Axel es enorme, más incluso que la mía y que con ellos tumbados se ha quedado enana. En realidad, son dos pequeños ángeles pacíficos sin ninguna maldad en su cuerpo. Sólo cuando se convierten. Al menos Axel, de Aris lo comprobaremos la semana que viene. Cómo no quiero que ninguno se despierte ante mi presencia, decido bajar y desayunar por mi cuenta. Mi padre ya está desayunando, con su periódico en la mano y una taza de café. Nos saludamos con un abrazo y preparamos el resto del desayuno.
—Quería haberte dado las buenas noches, pero llegué muy tarde. —Dice él mientras prepara el café. Yo corto una rebanada de pan. –Aunque había luz en tu habitación. —Se extraña. Sabe que no me gusta acostarme tarde.
—Sí, me quedé leyendo hasta tarde. —Intento no mentir, pero sí que maquillo mis palabras. Si sabe que Aris entró en mi habitación, la cosa puede acabar un poco mal. Mi padre y los vampiros no son una combinación muy buena diría yo. —¿Has tenido mucho trabajo en el ayuntamiento?
—Mucho cielo, creía que me quedaría a dormir. Pero hoy es domingo y quiero pasarlo contigo. —Sonrío. Es justo lo que necesito.
—Dime que no veré más magia hasta mañana.
—No, no verás más magia hasta mañana. —Reímos. —Hoy estaremos tranquilos. Podemos andar un rato por el vecindario, si te parece.
—Sí, claro, sería genial.
En resumen, el domingo fue mucho más tranquilo de lo que imaginaba. Mi padre y yo desayunamos tranquilamente y hablamos de todo un poco y de cómo me he sentido esta primera semana. Mi tía se une unas dos horas después y esperamos a Axel y Aris sobre las doce y media de la tarde. Aris decide comer con nosotros, más serio de lo que estuvo conmigo anoche y después se fue para unirse a una reunión con sus padres. Me sorprendió que al principio no me dijera los buenos días, a lo mejor no tiene muy buen despertar. O a lo mejor no quiere que mi primo se entere de que estuvimos juntos por la noche. Pero decido dejarlo pasar y no pensar mucho ni en él ni en la situación. Además, nos pasamos toda la tarde jugando, leyendo y hablando, para después hacer la cena y acostarnos más pronto de la habitual, así que Aris pasó a ser el plano secundario de mis pensamientos.
Así que el lunes, hoy, me levanto mucho más descansada y ágil, sobre las seis y cuarto de la mañana. Me ducho, me visto y me preparo un poco, me sobra tiempo así que me maquillo lo suficiente. Son las siete cuando me decido a bajar, pero antes recojo los libros y los meto en mi bolso, junto al ordenador.
—Hola. —Susurra mi padre. Me giro al instante con la mano pegada a mi corazón. Es demasiado sigiloso, como si fuera un maldito vampiro. -¿Ya estás preparada?
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The Hole
Science FictionEn la tierra, un lugar totalmente dividido entre La Oscuridad y La Luz, Eve descubre un gran secreto que le obliga a replantearse su vida de la noche a la mañana.