Final

15 7 13
                                    

El olor a ángel es muy característico y al mismo tiempo muy difícil de explicar, es una mezcla entre tarde de verano y a perfume de bebe, es un aroma que suele generar un enorme sentimiento de pertenencia y paz pero en ese momento solo sentía ganas de llorar.

Esas alas blancas solo eran una fachada para esconder lo despiadados que podían llegar a ser cuando se los provocaba. Y nosotros los habíamos provocado más de lo que deberíamos.

-No se resistan humanos... - uno de los ángeles tenía una banda dorada en el brazo además de su armadura plateada, por lo que podía entender que él era el líder del grupo –me llena de tristeza ver que aun cuando nosotros ayudamos a su raza nos roban de esa manera. Ustedes no se merecen el cielo...

Desenvaino su espada y un escalofrío me recorrió el cuerpo, en el fondo de mi alma rogaba para que un milagro ocasione su retirada aunque por fuera mis facciones eran las de una guerrera.

Se abalanzaron sobre nosotros sin darnos tiempo a reaccionar, apenas pude interponer mi daga en el camino de la espada de mi adversario, era un ángel rubio que no parecía ser mucho mayor que yo pero que no tenía miedo a matarme. Su espada era mucho más pesada de lo que aparentaba, por lo que detenerla era imposible, solo podía desviarla con el filo de mis dagas y aprovechar esos instantes para poder acertar algún que otro golpe.

En el momento en el que mi patada golpeo su nariz sonreí creyendo que quedaría fuera de combate dándome el tiempo suficiente para escapar, pero detrás de la sangre plateada que se escurría por su nariz rota se podían ver unos ojos plateados llenos de ira que no dudaron en volver a atacar con furia.

Lo último que recuerdo de esa escena son unas enormes alas blancas que rodeaban el filo de su arma y un terrible dolor entre las costillas.

-¡ROSE!

Y luego todo se volvió pacíficamente oscuro.

Quizás el momento más pacífico de mis veintidós años de vida humana.

Pero como todo en esta vida, nada es para siempre. La oscuridad se fue disipando hasta que tuve la fuerza suficiente para abrir mis ojos por última vez.

-Señor, ya despertó...

-¿Dónde estoy? ¿Morí?

Sabía que mis preguntas eran tontas pero necesitaba saber que estaba pasando.

-Lamentablemente no... -la figura grande y gorda de mi padre se asomó en mi campo de visión, no parecía muy alegre de verme – te apuñalaron pero probablemente podrías vivir unos cuantos años más...

-Eso es una buena noticia ¿verdad? – la voz de Matt sonó del otro lado de la cama, sostenía mi mano con ternura aunque su expresión fuera tan desconcertada como la mía ¿Por qué mi padre hablaba como si esto hubiera sudo algo malo?

La verdad es que de lo único que me arrepiento es de no haberlo salvado a él también, de no habernos escapado aunque eso significara traicionar a la única familia que teníamos. Me arrepiento de lo que me convertí por satisfacer los deseos de un hombre que mientras yo lo sentía como un padre el solo me veía como una pieza más del tablero.

En hombre que no dudo en tomar la daga que el mismo me regalo y clavarla en mi pecho.

-Ya no me sirves...

Quizás es por eso que Satán vio potencial en mí, logro ver que mi lealtad es más fuerte que mi juicio y eso me convertía en un juguete manipulable o quizás simplemente vio que era una buena guerrera: persistente y fuerte.

Saber que esas fueron las últimas palabras que me dijeron en vida fue un poco doloroso aun cuando estuvieran acompañados por los gritos de Matt que se lamentaba ¿Qué habrá sido de el? No sé si debía saberlo, por algo me borraron la memoria al reencarnar.

Cuando me di cuenta me encontraba sentada en el suelo a solo unos pasos de la entrada al comedor, sentía como me temblaba el cuerpo ante la avalancha de recuerdos que acababa de recibir. Me puse de pie limpiando un poco mi ropa y asegurándome que mi trasformación sea perfecta, la puerta se abrió dejándome ver a ambos sujetos.

-Anik, ¿qué haces despierta tan temprano?- la voz calma del vampiro me tomo por sorpresa, esperaba que me regañara por estar ahí.

-Decidí sorprender a Vlad con el desayuno –le regale una sonrisa realmente amable y sincera pero podía sentir su sospecha en el aire. –Con su permiso...

Sin decir más pase por delante de ellos para ir a la cocina pero no antes de darle una mirada al humano a su lado que aunque estaba casi diez años más viejo de lo que lo recordaba, seguía siendo el mismo gordo avaro que me había asesinado a sangre fría años atrás.

No sabía cómo había conseguido una pieza de tecnología semejante, quizás seguía siendo un simple ladrón o quizás había cambiado el rumbo de su vida hacia una vida de conocimiento científico, pero de cualquier manera no había manera de que ese hombre saliera de aquella mansión con vida. 

Rose (2do Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora