Bienvenidos

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El salón del trono iba quedando cada vez más vacío. El coronel se había ido mientras hablábamos con el rey y solo quedaba un escribano que se había encerrado con Danielle en los aposentos reales.

-Rose...

Sentir sus manos buscar las mías me hizo sonreír con ternura. Esa chica era la prueba viviente de que una discapacidad no es impedimento si tu espíritu es firme.

-Sarah, no tuve oportunidad para agradecerte por salvarme hace unas horas.

Soltó una risita mientras me tomaba suavemente del brazo, era su forma de asegurarse de que estaba hablando con alguien y no sola.

-No te preocupes, fue todo un honor ayudar a que salgas con vida.

Baje la mirada, y por sus caricias disimuladas en mi piel pude notar que ella noto mi cambio de ánimo.

-Pero lamentablemente no fue suficiente... falle en mi misión y todos sabemos lo que eso significa. –dije con una sonrisa en el rostro, deprimirse no valía la pena.

A comparación de Dany que había enloquecido al oír la noticia, Sarah solo me abrazo. Era su manera de demostrarme su afecto y respeto.

-El rey será muy sabio para la guerra, pero está muy equivocado esta vez... va a perder a una excelente guerrera... y una muy buena persona.

Buena persona... lo dudaba pero no pensaba contradecirla.

También me habían dicho "pura" aun siendo una asesina... la gente tiene conceptos muy complejos a veces.

Un hombre de la guardia entro desesperadamente a la sala del trono, estaba empapado en sudor y su agitada respiración apenas si lo dejaba hablar con claridad.

-¡VAMPIROS! ¡EN LA FRONTERA!

El ambiente general cambio por completo. Lo que antes eran miradas de lastima y preocupación ahora eran esas miradas que solo se veían en la guerra. Donde cada paso puede significar la vida de alguien.

Esas miradas que dicen "estoy dispuesto a todo por salvar a los míos" con un pequeño brillo que dice "Te cubro la espalda". Ese brillo hace sonreír a cualquier soldado en la adversidad.

Significa que no estamos solos.

Paisen y Astrid nos guiaron por uno de los pasillos hasta un cuarto no muy lejano que parecía estar dedicado a guardar todo lo que nosotros necesitábamos en ese momento. Armas y armaduras.

Las armaduras negras eran solo para los soldados más importantes mientras que los de rango más bajo usaban las clásicas plateadas que eran incluso más incomodas. Estas estaban hechas para los guerreros de Elite que en este caso, éramos nosotros.

-Un arma digna de una espía... -comento Abel al ver que tomaba unas cuantas dagas en vez de un arma más grande –Elegante y silenciosa...

Abel tenía la extraña capacidad de dejarme sin habla en los momentos más especiales, tenía muchas ganas de devolverle el cumplido pero no sabía que decir específicamente.

-Y esta es un arma digna de un líder... -Paisen saco su propia espada que era el doble del tamaño de una normal pero que él sabia manejar perfectamente.

Me acerque al barril de las espadas y encontré una que me llamo la atención, era un poco más fina que las demás y definitivamente más liviana que las otras. Además pude notar que en la madera había tallado unos cuantos garabatos.

-Esta.... Es la espada de un líder... -Dije por lo bajo mientras le tendía mi descubrimiento hacia Abel.

Su mirada se ablando completamente, como si estuviera triste de nuevo. Tomo el arma que le ofrecía y la guardo la vaina que había en su armadura, pero antes de que los demás terminaran de equiparse tomo mi mano y me saco de aquel lugar.

Volvimos al salón del trono que ya se encontraba completamente vacío y antes de decirme nada empezó a desenrollar un hilo que tenía en la muñeca.

-Pasaron muchas cosas desde el día en que te fuiste del infierno –comenzó a hablar- sabía que nuestros caminos no volverían a cruzarse pero aun así me negué a olvidar tu rostro...

Una pequeña piedra era atravesada por este hilo, era color celeste, algo muy complicado de encontrar en el infierno.

-El infierno es un lugar seco y árido... pero ahí pude encontrar un oasis que me diera la fuerza suficiente para seguir adelante y esta es mi forma de decirte lo que siento...

Paso la fina cuerda por mi cabeza para depositar la pequeña gema en el centro de mi pecho. Era una gota de agua.

-Espero que te guste, sentí que una flor sería muy poco original además de que...

-Me encanta... -lo interrumpí al notar que empezaba a ponerse nervioso.

Se acercó un poco más a mí haciéndome suspirar, sabía que era lo que esperaba. Ya lo había vivido con Vlad.

-No voy a mentirte, mi tiempo en el infierno no fue el más romántico y nuestro primer beso fue... una sorpresa para mí. –Su mirada empezó a bajar, esa no era la respuesta que esperaba- pero quiero que hagamos un trato.

-¿Un trato? –pregunto atónito.

-Exacto, si ganamos esta batalla quizás el rey reconsidere mi situación y pueda ir a hacerte compañía haya abajo... y si eso sucede quizás pueda darte la oportunidad para que intentemos empezar de nuevo...

Volvió a surgir su sonrisa y me ofreció su mano.

-Entonces es un trato...

-Perfecto –dije estrechando su mano.

Pero un grito desgarrador proveniente de la puerta principal del castillo nos alertó a todos, haciendo que el resto del equipo entrara a la sala donde estábamos.

-Parece que tenemos visitas...

Rose (2do Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora