Casa

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-¿Cuál es el siguiente paso? –pregunte ni bien habíamos dejado atrás el calabozo.

-Tenemos media hora para desaparecer de aquí, si no los guardias saldrán y advertirán a todos de nuestra presencia...

-Si no es que alguien más los encuentra primero –El chico a su lado era un demonio alado que portaba una impresionante espada, su nombre era Paisen y nos habíamos conocido tiempo atrás en la academia. Demonio explosivo como pocos- o a los que no nos podemos esconder como tú.

-¡Deja de quejarte que no escucho! – la última integrante del equipo de rescate era una chica que no tuvo cuidado en darle un golpe a su compañero para que cerrara la boca, una de las más ágiles y leales de nuestra división. Astrid Lovelance. Torturadora experta.

-¿Cómo me encontraron? –le susurre a Abel al oído, no quería perturbar a la chica que intentaba descifrar la posición de los guardias para pasar sin ser vistos

-Tu amiga la ciega tuvo una premonición donde te vio en esa celda y vinimos a buscarte... es un poder muy útil pero...

-Muy doloroso – lo interrumpí, había visto a Sarah usar esa habilidad y parecía una verdadera tortura – Jake está debatiendo con Vlad si van a atacarnos o no, pero seguí el plan al pie de la letra. Les dije que buscaba que nos atacaran.

No llego a responderme ya que Astrid nos hizo señas para que avanzáramos por el gran salón que había quedado vacío. Jake había llamado a los soldados a una reunión, probablemente para avisar que se cancelaría el ataque.

Gracias a ello salir del castillo había sido increíblemente sencillo.

Me transforme en un murciélago para poder pasar por los muros sin llamar la atención mientras veía como mis viejos compañeros tomaban a Abel para elevarlo con ellos ya que era el único que no tenía alas propias.

Los vi subir en línea recta hasta desaparecer entre las nubes de aquella noche, era la única forma de volar sin ser vistos.

Mi corazón se calmó una vez logramos salir de Magazi, ahí conseguí transformarme sin ser vista, recuperando mi cuerpo demoniaco pero agregándole unas alas para poder volar junto a mis compañeros.

Me eleve para encontrarlos en su silencioso andar, uno más serio que el otro.

-¿Cómo están las cosas allá? –pregunte con algo de miedo a la respuesta.

-No saben que esperar... -admitió Abel en un suspiro. – Los demonios que estábamos en el Infierno tuvimos que subir para cuidar el territorio por si llegaba a pasar algo...

-Y vaciaron la academia, nos dieron armas a todos –Comento Astrid–incluso a los que no saben utilizarlas...

-El plan era que ellos quedaran indefensos pero ahora no podemos darnos el lujo de bajar la guardia, no sabemos que harán.

Él tenía razón, estábamos en la incertidumbre y eso se volvía dolorosamente insoportable.

-A los tres candidatos al trono nos mandaron a tres lugares completamente diferentes: Arian está en la frontera dirigiendo las tropas, Danielle está defendiendo el castillo y bueno, a mí me toco infiltrarme para salvar al rehén.

Paisen se veía algo molesto con ese reparto de tareas, cualquiera hubiera preferido estar en el salón del trono antes de venir a salvarme. Aunque una misión de infiltración en el territorio enemigo sonaba bastante tentadora.

-¿Dani? –pregunte sin entender mucho, sabía que ella quería llegar a ese puesto pero no pensé que hubiera logrado entrar a un programa tan exigente como ese. La mitad de los reclutas tienen la ambición de ser los mejores. Es parte de ser un demonio.

-Ni me hables de ella, ha sido una molestia para nosotros desde el primer día y eso que no tiene siquiera sangre noble.

-Dejalo –Astrid no podía aguantar de la risa al escuchar a su compañero quejarse de su suerte – solo está enojado porque esa chica se volvió la favorita del rey en un mes mientras él estuvo lamiéndole las botas varios años.

-¡No es verdad! ¡Yo no hice eso!

El color rojizo del cielo los hizo dejar de discutir, habíamos llegado a Neraka. Al pasar por las montañas pude ver la cantidad de soldados que esperaban un ataque, las carpas a unos metros y los pueblos fronterizos completamente deshabitados para la seguridad de los ciudadanos.

Descendimos frente el castillo que esta vez parecía más grande e intimidante que la última vez que había estado ahí.

-Bienvenida a casa... -Las palabras de Abel me tomaron por sorpresa pero tenían algo de razón.

Neraka era mi hogar y lo defendería a toda costa.

Rose (2do Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora