Futuro

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-¿Lista? –le pregunté exaltada tomando sus manos con cuidado.

-Creo que nunca estaré lista para algo así... -Respondió Dany entre risas nerviosas y pequeños saltitos en el lugar. –Pero entre más lo pienso, más me acobardo así que hagámoslo de una vez.

-No te preocupes –Intervino Sarah- predigo que todo saldrá perfecto, confía en mi habilidad ¿Si?

-Ya están todos acomodados, tenemos luz verde para empezar... -Comento Abel abriendo la puerta de la habitación donde nos encontrábamos, ahora que le faltaba un cuerno se veía aún más lindo que antes.

-Gracias, avísales que ya salimos...

Antes de retirarse el chico me dedico otra de sus amables sonrisas que me di el lujo de devolverle.

Dany se paró frente a la puerta, soltando un suspiro para calmar sus manos temblorosas. Puse una mano sobre su hombro derecho para intentar contagiarle un poco de mi tranquilidad.

-Estas preciosa...

-Y te lo mereces... -Sarah imitó mi acción para luego adelantarnos y abrir la puerta de par en par.

La gran multitud se puso de pie al ver a la chica entrar a la sala del trono, quien mantenía una expresión seria pero elegante.

Arrastró la larga cola de su vestido rojo hasta el fondo del salón donde se encontraba el enorme trono plateado, junto a él la esperaba su guardia real conformada con todos los que habíamos participado de la última batalla.

Aunque Paisen era uno de los que batallaban por el trono se había tomado bastante bien la noticia del nombramiento de Dany mientras que Arian, el tercero en discordia, decidió directamente dejar el castillo para dedicarse al negocio de su familia.

Astrid estaba realmente emocionada por el ascenso, ella no buscaba la corona si no la vida de la realeza y se había ganado, además, un gran grupo de amigos con quien compartirla.

Y Abel, aunque tuvo un gran trabajo de recuperación luego de la batalla, logro deshacerse de su trabajo en el infierno después de tantos años y le dieron un lugar en el castillo para vivir... a mi lado...

-Danielle Liar, ¿juras solemnemente proteger el reino y a su gente?

-Lo juro –contestó firme con una mano sobre el pecho.

Sobre una almohadilla de tela roja como su vestido reposaba una preciosa corona negra repleta de piedras preciosas, el general Patton la tomo con cuidado y se acercó a la chica.

-Lady... por el poder que se me ha concedido la nombro ahora reina de Neraka...

Ella agacho la cabeza con cuidado para que la hermosa joya fuera colocada cuidadosamente en su cabeza, al levantar la mirada, todos nos arrodillamos ante ella.

-¡Larga vida a la reina! – exclamó uno de los soldados

-¡Larga vida a la reina! – le respondimos con entusiasmo poniéndonos de pie y aplaudiendo a la nueva figura.

Ella se sentó en el trono y cruzo las piernas, con la elegancia y el profesionalismo que la caracterizaba. Miró alrededor y se dirigió a la multitud que la miraba expectante.

-No les voy a mentir, no les voy a decir que las cosas están bien y que esto será fácil, ese no es mi trabajo. Mi trabajo es decirles que pase lo que pase podrán dormir cada noche en paz porque en este castillo nos dedicaremos a que eso suceda.

La multitud volvió a aplaudirla de pie, era impresionante ver lo natural que era al estar frente a su gente... como si hubiera nacido para ser reina.

Volvió a levantarse del trono y bajo los pocos escalones que había para estar a nuestra misma altura y el coronel Patton se acercó a ella cargando cuidosamente una espada delgada y liviana, en la empuñadura brillaban distintas piedras preciosas principalmente rubíes y ónix.

-Sarah, ven un momento... - La chica se separó de nosotros y se acercó a la mujer haciendo una reverencia en señal de respeto – Arrodíllate...

La chica obedeció bajando la mirada al suelo junto a su rodilla derecha y se sobresaltó un poco al sentir el filo de la espada en su hombro derecho.

-Siempre fuiste leal a mí y es hora de que eso sea recompensado, sé que no estas cómoda en el campo de batalla así que a partir de hoy... -La espada paso hacia el hombro izquierdo con cuidado- Por el poder que se me ha transferido –Por último toco su cabeza gacha- Te nombro mi consejera real y así ocuparas el asiento a mi lado por el resto de mi mandato...

-Sera un honor su majestad – dijo con una sonrisa poniéndose de pie y estrechando su mano, luego la reina la ayudo a llegar al asiento mencionado junto al trono real.

-Rose, acércate...

Definitivamente esperaba ser la última persona llamada, pero me obedecí sus órdenes sin pensarlo y me arrodille frente a ella.

-No quiero que sigas viviendo con miedo a volver al infierno, me parece injusto después de todo lo que has hecho por el reino y por eso...-el filo del arma recorrió mis hombros para luego terminar en mi cabeza – te nombro mi General Táctica...

Me puse de pie y estreche su mano reteniendo mis ganas de abrazarla, pero ella tiro de mi mano para hablarme al oído.

-Y más vale que no desaproveches a ese chico...

En esos momentos nos dábamos cuenta que en el fondo seguíamos siendo unas adolescentes chismosas que habían madurado solo por fuera.

La ceremonia no duro mucho más, se ratificaron unos cargos y el final ella se fue a hablar con los representantes del pueblo, dejándonos a la nueva guardia real solos en el castillo.

Pero aunque en mis planes estaba ponerme a trabajar de inmediato en mi nuevo cargo, alguien tenía otra idea en mente.

-Me arrodillo ante usted, general táctica... –Abel se arrodillo en broma interponiéndose en mi camino.

-¿Qué quiere el nuevo capitán de la guardia real? – dije acercándome a él con una sonrisa en el rostro, disimuladamente le mostré que dentro de mi armadura estaba el collar que me había regalado.

-Veo que te gusto mi regalo... – comentó orgulloso.

-Si, aunque más me gusta lo que te hiciste en la nuca –señale su cuello y tuve que contener una risa al ver como se sonrojaba –¿Tengo que sentirme culpable de tu nueva adquisición?

-No sabía que lo habías descubierto ¿Te gusta? Representa a la única flor que creció en el infierno.

-Es simplemente perfecto...

No aguante más y me abalancé sobre sus labios, sentí sus manos tomarme de la cintura para atraerme más a él, obligándome a abrazar su cuello con cuidado.

-No sabes cuánto tiempo espere esto... -Dijo por lo bajo al separase, observaba mis ojos como si fueran lo más hermosos del mundo.

-Dije que te daría la oportunidad si sobrevivíamos ¿Recuerdas? Voy a cumplir con mi palabra...

Acaricio mi mejilla con cuidado pasando su pulgar por mi mentón, sonriendo como un niño pequeño.

-Tendremos miles de aventuras luego de todo lo que paso, pero puedo jurarte que estarás a salvo conmigo.

-¿Me lo juras?

-Veras que el infierno no es tan malo cuando estas con las personas correctas...

Ese juramento fue sellado con un beso.

Un beso que inauguraría una nueva etapa en nuestras vidas... juntos.

Rose (2do Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora