── ¡Meow, meow, meow! ── exclamaba el gatito feliz.
── Hola~ ── saludo al minino. ── ¡Zumi! ── exclamaste alegré. Podías comportarte de la manera más infantil frente a él y sentirte cómoda, todo era cómodo, perfecto.
── Terroncito~ ── soltó Izumi, una risa escapó de los labios de ambos por el apodo tan peculiar.
Se recostó sobre ti, seguido el pequeño animal realizó la misma acción; restregándose y pidiendo mimos de ambos.
── Eres un minino muy dulce, mmm~ ── artículo el azabache.
── Tengo un nombre. ── hablaste, captando la atención de ambos.
── ¿Sí? ── ── Sato. ── ── ¿Sato? ── inquirió, no era un mal nombre, parecía adaptarse bien al gato.
── Sí... Es un gato muy meloso, lindo. ── ── ¿Qué dice usted joven gato? ── ── Meow. ── ── Le gusta. ── finalizó para enterrar su rostro en uno de los cojines.
Aprovechaste aquello para abrazarle e inundar tus fosas nasales con su aroma.
── Tu uniforme se va a arrugar. ── ── Uhm, puedo plancharlo. ──
Reíste por lo bajo, concentrando tu atención al televisor.
Te tensaste al verlo. Ver en el noticiero al hombre que había tratado de abusar de ti.
Asco.
Eso era lo que sentías.
── ¿Sucede algo? ── interrogo Izumi.
Estabas perdida, escuchando con suma atención lo que decían.
── ＿＿＿, ¿Qué pasa? ── ── E-e él... ── las palabras no salían, tu boca estaba seca, señalaste al televisor.
El contrario miró lo señalado. Encontrándose con la imagen de un hombre de aproximadamente 47-54 años, robusto, con algo de barba y de aspecto casi inofensivo.
